En el Gobierno sumaban al panorama favorable las próximas elecciones en Chile, Estados Unidos y Ecuador. Entienden que el Presidente se posicionó como referente progresista.
El impactante triunfo del MAS en Bolivia, una victoria abultada del Apruebo a la reforma constitucional este domingo en Chile, una derrota de Donald Trump la semana siguiente en Estados Unidos y la vuelta al gobierno del correísmo en Ecuador en febrero, es el esquema que imagina el gobierno de Alberto Fernández en el bosquejo de un nuevo mapa regional, con las fuerzas de centroizquierda recuperando posiciones. Fernández puso mucho en juego al darle asilo político a Evo Morales y la movida salió mejor de lo esperado: desde Bolivia anticipaban que el recuento final acercará a Luis Arce al 55 por ciento de los votos. «Alberto quedó posicionado como un líder progresista regional», aseguraba un funcionario cercano. En la idea de robustecer esta línea, Fernández evaluó en la cena con Evo el lunes a la noche en Olivos la posibilidad de hacer un acto conjunto en la frontera, antes de que el ex presidente boliviano haga su reingreso triunfal a su país.
No sólo fue el activo rol junto a su par mexicano Andrés Manuel López Obrador para una salida segura de Evo Morales de Bolivia cuando su vida corría peligro. La decisión de concederle el asilo y que se instale en el país también resultó determinante. «Una cosa hubiera sido Evo viviendo aislado en México y otra muy distinta acá, muy cerca de su país y manteniendo reuniones a diario, además con una comunidad boliviana enorme», comentaban en Gobierno. Lo mismo que la política de la cancillería a cargo de Felipe Solá que nunca reconoció al gobierno de facto de Jeanine Añez, que terminó expresando todo su enojo con Argentina en su mensaje en la Asamblea General de la ONU.
Evo le confesó el lunes que ni él imaginaba un triunfo de tanta magnitud. En el Frente de Todos interpretaban que la derecha neoliberal «no logró consolidarse» en este tiempo de supremacía. Y que si bien es prematuro pensar ya en un retorno a las épocas en las que Néstor Kirchner, Lula y Hugo Chávez marcaban el paso regional, también se puede dar por hecho que Fernández tampoco deberá seguir remando en la soledad de este primer año de gobierno. Una nueva ofensiva para que Bolivia ingrese al Mercosur, un papel más relevante de la Celac presidida por México y la resurrección de la Unasur, eran posibilidades que se abrían a partir del resultado del domingo.
Zoom activado
El infructuoso intento argentino de candidatear al secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, a la presidencia del BID al menos sirvió para armar un zoom regional, tal vez menos formal que el Grupo de Puebla, pero más eficaz para resolver cuestiones puntuales. Hay ex presidentes como Fernando Lugo (Paraguay), Ernesto Samper (Colombia) y Mel Zelaya (Honduras) y ex cancilleres como Celso Amorin (Brasil), Diego Pary (Bolivia), Ricardo Patiño (Ecuador) y Jorge Taiana (Argentina). De nuestro país también participan el titular del Parlasur, Oscar Laborde, y el presidente de la comisión de Relaciones Exteriores de Diputados, Eduardo Valdés.
Celebraron como un triunfo que la justicia de Ecuador validara la semana pasada la fórmula presidencial de la fuerza política de Rafael Correa. Fue después que emitieran una dura declaración por la «defensa de la democracia» en ese país que firmaron varios ex presidentes como Lula, Evo, Lugo y Dilma Rousseff y también la vicepresidenta Cristina Kirchner. Enseguida diagramaron una red activa de veedores internacionales para las elecciones bolivianas. Así, en el diálogo que mantuvieron días atrás, Fernández le pidió al presidente de Francia, Emmanuel Macron, que la Unión Europea mandara una delegación a La Paz. Entre los veedores europeos y los de organismos regionales como el Parlasur o la Copppal, evitaron esta vez el rol preponderante -y bochornoso- que tuvo la OEA en los comicios del año pasado.
La próxima parada es el referéndum del domingo en Chile, donde esperan que la victoria de la aprobación a la reforma constitucional sea lo suficientemente amplia como para enterrar definitivamente a los herederos de la derecha pinochetista. Respecto a las elecciones norteamericanas, la expectativa es más por una derrota de Trump que por un triunfo de Joe Biden, dado que la experiencia con las gestiones demócratas no suelen ser buenas. Pero la reelección del republicano serviría para revitalizar su vínculo con Jair Bolsonaro, una alianza que viene torciendo el rumbo de la región y sirvió para paralizar todos los organismos que no responden a los mandados de Washington. Las elecciones en Ecuador serán en febrero de 2021 y, si la Justicia no inventa más trabas, Andrés Aráuz -el candidato del correísmo- aparece como amplio favorito.
En diciembre están previstas las elecciones legislativas en Venezuela y ahí no hubo acuerdo para postergarlas unos meses, como se intentó. Funcionarios argentinos aseguran que en la administración de Nicolás Maduro miran la situación de manera comprensiva. «Ustedes hagan lo que tengan que hacer y nosotros haremos lo nuestro», fue el mensaje. Desde el Gobierno entienden que la estrategia de Maduro hoy está más enfocada en fortalecer sus lazos con potencias como Rusia y China que lo que puedan hacer sus vecinos. En la cena en Olivos, Fernández y Evo sobrevolaron la cuestión venezolana. El Presidente insistió en que él cree en el trabajo que hizo Michelle Bachelet sobre violaciones a los derechos humanos. Morales aceptó su punto de vista.
«Estoy un poco más acompañado», respondía Alberto Fernández ayer sobre el cuadro regional. En la cena con Morales -de la que participaron Valdés y el titular de la CTA, Hugo Yasky- tiraron ideas para potenciar el vínculo. Avanzaron sobre la posibilidad de un acto conjunto en La Quiaca antes de que Evo haga un reingreso triunfal a Bolivia a través de Villazón, acompañado por una caravana de seguidores. Además, Fernández realizará su primer viaje al exterior luego de muchos meses para participar de la asunción de Arce, como para que no queden dudas de su afinidad. (Fernando Cibeira – Página 12)