Como cuervos frente a una presa, la oposición y algunos sectores del propio gobierno atacan al Presidente. Estamos atravesando tal vez la más grave crisis global de este siglo, a pesar de lo cual, ciertos sectores actúan como si la pandemia y sus consecuencias no existieran.
Todos atacan al Presidente que fue votado por la mayoría del pueblo argentino. Alberto no sólo merece respeto, sino también la chance de llevar adelante políticas que tiendan a estabilizar la Argentina. Pobreza, inflación, desempleo, alto endeudamiento, desigualdades en el acceso a la salud, son todas urgencias de problemas heredados, y agravados por la pandemia. Desde su propio espacio político, las principales críticas en estos días fueron dirigidas a la ampliación de beneficiarios de la Tarjeta Alimentar, así como a la intención del Ministro de Economía de revisar la política de subsidios energéticos.
En el marco del Plan Argentina contra el Hambre, el Presidente decidió duplicar el número de niños, niñas y adolescentes beneficiarios de la Tarjeta Alimentar. Grabois, Pérsico y Luis D´Elía argumentan que en vez de más asistencialismo, los recursos públicos debieran trasladarse a programas de creación de trabajo. Nadie puede dudar de la racionalidad del planteo, lo que evitan considerar los críticos es que estamos en una pandemia, por lo que asegurar el acceso a alimentos en un país con 57% de pobreza infantil, es urgente. Máxime cuando el gobierno pide a la población reducir al mínimo sus desplazamientos para evitar los contagios. Desde diversas instituciones se advierte que son las mujeres el sector más perjudicado por la pandemia. Cuando las escuelas se cierran, quienes quedan al cuidado de la niñez son las mujeres. La política social decidida por el Presidente es correcta en la emergencia.
La cuestión de los subsidios energéticos no es nueva. Para Federico Basualdo, es imprescindible mantener las tarifas bajas por el enorme nivel de Pobreza. Nadie duda que eso es correcto. Lo que está planteando el Ministro Guzmán es que el actual diseño de subsidios es “pro-ricos”, ya que se estaría subsidiando a barrios en donde vive gente de altos ingresos. Las subvenciones energéticas ascienden a U$S 7.000 millones por año, y el Ministro plantea la necesidad de focalizar los recursos donde más hacen falta. Debiera promoverse y exigirse el acceso a la información sobre cuáles son los sectores que estamos subsidiando. ¿Acaso lo hacemos con ciertos argentinos para que viajen a Miami a vacunarse?
Sin dudas, las críticas más virulentas provienen de Juntos por el Cambio, cuyos voceros anticiparon su oposición al proyecto de ley que propone establecer parámetros objetivos para fundamentar medidas de restricción durante la pandemia. Los opositores afirman que se trata de un proyecto inconstitucional en tanto estaría otorgando super-poderes al Ejecutivo Nacional. Escuchamos a ingenieros, economistas y periodistas hablando de inconstitucionalidad como si fueran expertos en derecho.
Sentada frente al televisor advierto que la mayoría de los periodistas toman posiciones políticas y, en lo que parece una carrera por el rating, dejaron de abordar los problemas a fondo y con objetividad. La información se diluye.
Contrariamente a lo que sostienen referentes de la oposición, las competencias constitucionales en materia de salud y educación son concurrentes entre la Nación, las Provincias y la Ciudad de Buenos Aires, en su caso. La cuestión fue analizada por la Corte Suprema en el reciente conflicto planteado por la Ciudad de Buenos Aires, a propósito de las clases presenciales. La Corte afirmó que no se “pone en duda las potestades del gobierno nacional para tomar medidas de alcance general y uniforme con la finalidad de combatir la pandemia”.
El proyecto del Ejecutivo, en línea con los fundamentos de la Corte Suprema, propone que, solamente cuando un aglomerado urbano de más de 300.000 habitantes se encuentre en un nivel de contagios de alarma, sumado a una ocupación de camas de terapia intensiva por encima del 80%, se facultará al Poder Ejecutivo Nacional a adoptar restricciones adicionales, proporcionadas y razonables, previa consulta con los gobernadores y el jefe de gobierno de la CABA, siempre con intervención de la autoridad sanitaria nacional que fundamente razonablemente las medidas sanitarias a adoptar. Todo por 21 días.
Propongo que le demos un respiro al Presidente y a su ministro de Economía, que dejemos de lado los dogmas y, con una mirada más pragmática, apoyemos los esfuerzos para estabilizar el país. Ello incluye darles la chance de renegociar la deuda Argentina con el Club de París y con el FMI, situación heredada, de cuyo resultado depende en gran medida crear las condiciones para que tanto el sector público como el privado, pueda acceder al crédito a tasas razonables.
Ello implica también reconocer los esfuerzos realizados por el gobierno para que argentinos y argentinas accedamos a vacunas, en un contexto de crisis global, de insuficiencia en la producción, y de acaparamiento de vacunas por parte de los países ricos. Los esfuerzos del gobierno no se limitaron a adquirir vacunas, sino también se favorecieron las condiciones para su fabricación nacional.
El mundo debate sobre la necesidad de un nuevo pacto global para enfrentar las crisis sanitarias y distribuir vacunas. Se ha puesto en la agenda global la necesidad de rediscutir los monopolios de las patentes, y se avanza en la consciencia de que la economía del mundo depende del acceso a vacunas en tanto nadie está a salvo hasta que toda la humanidad esté a salvo.
En este contexto global, el país necesita madurez en todo el arco político y una actitud más constructiva para atravesar la pandemia. Las diferentes perspectivas enriquecen el proceso democrático, por lo que todo gobierno necesita una oposición. Pero actualmente, la situación epidemiológica y sanitaria por la que atraviesa el país es tan grave que son necesarios consensos amplios. Los argentinos debiéramos trabajar más unidos para enfrentar esta crisis global, que es sanitaria, que mata, y que tiene un impacto sin precedentes en todos los aspectos de la vida económica y social. (por Sonia Margarita Escudero)