Por Sonia Margarita Escudero | En el año 2006 se aprobó la ley 26.125, de mi autoría, por la que se declara héroe nacional a Martín Miguel de Güemes.
La ley reconoce que es el único general argentino muerto en acción de guerra, y afirma su relevancia en el contexto de la emancipación no solamente del país, sino del continente americano.
La importancia del bicentenario de la muerte del General es reconocida por la presencia del Presidente de la Nación, a pesar de la restricción de los actos por la situación de pandemia.
Hoy el país reconoce que la visión de la independencia americana, articulada y compartida por Güemes con San Martín y Belgrano, era muy clara: una Patria independiente es el paso necesario para establecer un modelo de desarrollo que beneficie a los hijos de esta tierra. A 200 años de la muerte de Güemes, el ideal sigue siendo el mismo, y sus adversarios también.
Imbuidos por los ideales de libertad, igualdad y fraternidad, los luchadores por la independencia no solamente aspiraban a una nación soberana, sino también a una nación más justa. Además de su valentía en combate, Güemes tenía fuertes valores éticos. En su correspondencia epistolar afirma que sólo aspira a ser un soldado de la Patria y un ciudadano honrado. Su vida fue un renunciamiento de sus intereses personales en pro de los supremos ideales de una Nación independiente, para la realización de un sueño colectivo.
Las convicciones éticas y la honestidad están demostradas en su rechazo a un intento de soborno por parte de las autoridades realistas que le ofrecieron cambiar la espada por fabulosas riquezas y títulos de nobleza. La respuesta del joven Güemes es firme: “Decid a vuestro Virrey que Martín Güemes, rico y noble por su nacimiento, ha sacrificado su fortuna al servicio de la Patria y que para él no hay títulos más gloriosos que el amor de sus soldados y la estima de sus conciudadanos”
Es el ideario que debiéramos actualizar hoy como aspiración de la política. Lamentablemente, para algunos sectores parece que la adhesión al Héroe Nacional se limita a vestir el traje de gaucho. Si bien el legado más conocido son las batallas victoriosas, Güemes fue también un político, un gobernante, un administrador.
Su visión de una sociedad más justa se tradujo en la aprobación de una naciente legislación social que se conoce como el Fuero Gaucho. Güemes, que formó sus milicias con los nativos de esta tierra, criollos, negros, mulatos, indios y mestizos les reconoció el derecho legal a igual dignidad y eso, creo, lo convirtió en un inolvidable líder popular, el que se anticipó a la legislación laboral que alumbró la Argentina más de un siglo después.
El Fuero Gaucho fue un estatus de protección legal otorgado a quienes dejaban su vida y patrimonio en las luchas por la independencia: los eximía, por ejemplo, del pago de arriendos y derechos parroquiales, obligaciones de origen colonial que se mantuvieron en nuestra Provincia hasta muy entrado el siglo XX.
Recordemos que el colonizador se apropiaba no solamente de la tierra ancestral, sino también de el esfuerzo laboral de quienes la habitaban. Güemes promovió socialmente a los gauchos y borró las marcadas diferencias étnicas y sociales existentes en esa época y que a 200 años de su muerte aun no hemos eliminado.
El ideal de la Patria Grande continúa su camino, con avances y retrocesos. El Mercosur fue un primer paso asociando a Brasil, luego vino la constitución de UNASUR y, algunos años después se logró la conformación de CELAC, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.
Estamos aún lejos de lograr esa ansiada unidad, los primeros pasos lo dieron nuestros héroes hace ya dos siglos, es nuestro deber continuar con ese ideario. América Latina tiene una riqueza cultural y biodiversidad únicas en el planeta. Hoy más que nunca, debemos acordar un modelo de desarrollo que beneficie a nuestros pueblos. Para ello es prioritario poner fin al genocidio por goteo, esto es, los muertos que genera el sub desarrollo: desnutrición y mal nutrición, falta de acceso al agua potable y al saneamiento, falta de acceso o deficiencias en la atención de la salud, mortalidad materna, mortalidad infantil, falta de seguridad alimentaria, falta de infraestructura de caminos para reducir los accidentes de tránsito, violencia y femicidios.
La próxima reforma constitucional debiera inspirarse en el ideario güemesiano:
1) recuperemos la ética y la honestidad en la función pública, garantizándolas con un sistema de controles adecuado;
2) aseguremos que el sistema de justicia no esté sujeto a decisiones políticas, que no se utilice para perseguir opositores o escrachadores, ni para proteger a amigos corruptos, sino para la realización de una sociedad sin discriminación y con menos desigualdad. Y,
3) fundamentalmente, para mejorar nuestra democracia que debe ser plural y no de partido único, para lo que debemos acordar un sistema electoral que asegure la representación de la enorme riqueza ideológica que existe en nuestro territorio. Asegurar que todas las voces sean oídas es la mejor manera de Cuidar a Salta.