El problema, para volver, surge desde la magnitud de los antecedentes. Las ambiciones obvias. Si se reinsertan, son aspirantes al premio mayor. La conjetura los debilita. Acumular críticas al kirchnerismo, después de haberlo servido durante años, no suele facilitar la racionalidad de la tercera vía.
Advertencia: cuando el político dice que quiere dedicarse a disfrutar de su familia es porque lo vencieron o lo dejaron afuera. En el llano.
El llano es el amargo lapso intermedio (o definitivo). Entre un cargo, de funcionario o legislador, y otro (o nada, lo peor).
El tema del drama es la reinserción. El desafío. Reinsertarse en el sistema.
Estadio proporcional a la magnitud del postulante y sus proyecciones.
Depende de los antecedentes del sujeto que se quedó afuera y quiere volver.
Caso testigo: el gobernador exitoso que se creía instalado en la antesala de la presidencia.
No atendió al experto que le sugirió figurar en la lista de diputados al concluir su gestión.
Prefirió el salto sin red. Asumir el llano. “Para dedicarse a la familia”, dijo.
Tres meses después era responsable de todos los delitos que se habían cometido en su comarca.
Aún “disfruta” de la familia, con las paciencias llenas y el aire nostálgico.
El llano en llamas (Rulfo)
Desde que concluyó el ciclo de Mauricio Macri, El Ángel Exterminador, dos damas supieron sortear los riesgos del “llano en llamas” (libro de Juan Rulfo).
Aparte del propio Ángel (que pasa sus sobresaltos judiciales).
La señora María Eugenia Vidal, La Chica de Flores de Girondo, y la señora Patricia Bullrich, La Halcona (a sus espaldas La Yiya).
Vidal supo manejar extraordinariamente los atributos del silencio. Su enigma ocupa la centralidad en Juntos por el Cambio.
Bullrich supo demostrar que es la persona quien diseña el cargo (nunca a la inversa).
La irrelevancia de ser presidenta de la Mutual PRO le sirvió para pasar a la ofensiva con sus declaraciones.
Con confrontaciones que explotaron el desgaste del oficialismo envejecido hasta conquistar un sitial de privilegio.
Como si, con calculada astucia, Bullrich le hubiera dicho a su último jefe:
“Usted, Mauricio, no se desgaste, déjeme ir al frente a mí”.
Bullrich alcanzó a convertirse en el instrumento primordial del Ángel para esmerilar a Horacio Rodríguez Larreta, Geniol.
Larreta emerge como el sucesor natural de quien no está dispuesto a ser sucedido en la Coalición.
Macri aspira también a reinsertarse y jugar el Segundo Tiempo como presidente.
Volver. Proeza que pudieron lograr Hipólito Yrigoyen y Juan Domingo Perón.
Pero por su crecimiento, Bullrich ya dejó de ser un problema solo para Larreta. Lo es potencialmente, también, para Macri.
El riesgo metodológico de Bullrich es su pronunciada tendencia a la zarpada.
La frecuente oralidad mediática obliga a arrojar más carbón del disponible en la caldera.
Es cuando Bullrich, sin contención, se zarpa.
Se zarpó por culpa de Pfizer, el Paraíso del Dante. Primero con la irónica referencia a entregar las Malvinas.
Después se zarpó con la zarpada del “retorno”. Para llevar al partido que preside al litigio judicial con el presidente del partido que sostiene la ideología a la carta del Frente de Todos.
Alberto, El Poeta Impopular, que es, en simultáneo, quien preside el gobierno (prematuramente envejecido) de La Doctora.
Versiones del llano. Moreno
La señora Gabriela Michetti, La Novicia Rebelde, que fue vicepresidenta del Ángel, entra en paulatina confianza con el olvido (el llano es cruel).
La señora Margarita Stolbizer, La Buena Vecina, intentó abandonar el llano desde distintas agrupaciones (el llano es injusto con los transparentes).
Emblema de la cepa kirchnerista del peronismo, Guillermo Moreno, El Ferretero, se encuentra fuera del presupuesto desde la diplomacia de 2015.
Brinda majestuosas lecciones de peronismo explícito desde los medios de comunicación. Los domina con maestría y amplitud.
Pero recita con brillantez el verso peronista desde afuera de las estructuras del peronismo reversible.
Mientras tanto, busca generar otra estructura. “Principios y valores”…
Adentro, en la función, era muy activo y transmitía una imagen discretamente pintoresca pero temible.
Distribuía guantes de box, daba audiencia a las 6.30 de la mañana, pedía que le mostraran las suelas de los zapatos.
Afuera, en el llano, reluce por su locuacidad. Es admirado, convocado, brinda rating.
Moreno pregona su desopilante sermón peronista, pero desde afuera de la iglesia. Sus presentaciones mediáticas son las más aceptables del mercado.
Pero es improbable que le sirvan para abandonar el llano.
Aunque los peronistas celebran cuando Moreno confirma que La Doctora eligió, para presidente, lo peor que había.
“Un social demócrata”.
Pesos pesados
Otros tres pesos pesados merodean para reinsertarse en el sistema.
Juan Manuel Urtubey, El Bello Otero; Florencio Randazzo, Don Quijote de Chivilcoy; y Emilio Monzó, El Diseñador.
Podría incorporarse en esta fila Miguel Pichetto, El Lepenito. Es recolector de peronistas en desuso pero republicanos. Para Juntos por el Cambio.
Pichetto es seguido por un batallón de evangelistas valientes que enarbolan la medialuna para volver a mojarla.
Urtubey fue un demorado gobernador que quiso ser presidente pero terminó como postulante a vice del profesional Roberto Lavagna, La Esfinge. Dador Voluntario de Respetabilidad.
En “modo diálogo” Urtubey hoy trata con Florencio (que también dialoga con el Dador).
Randazzo intentó reinsertarse sin suerte en 2017 (cuando La Doctora se disponía a perdonarlo). Busca repetir el intento en 2021.
El problema de Urtubey y de Randazzo, para volver, surge desde la magnitud de los antecedentes. Las ambiciones obvias.
No están para conformarse con mojar la medialuna. Si se reinsertan, son aspirantes al premio mayor. La conjetura los debilita.
Acumular críticas al kirchnerismo, después de haberlo servido durante años, no suele facilitar la racionalidad de la tercera vía.
Pasa que son varios ramales con distintas vías que pretenden llegar a la Estación Terminal.
Podrían estar de acuerdo con Monzó, incluso con Pichetto, pero ambos están vinculados a la resurrección de Juntos por el Cambio.
Infinitas limitaciones para armar una tercera ventanilla. Sin, para colmo, inversores que se entusiasmen para la dicha de ponerla.
La silla eléctrica
El artista de amplio espectro Federico Manuel Peralta Ramos solía decir que “quien se va de Buenos Aires se atrasa”.
“Me quedo aquí, Oberdan, para no retroceder”.
Parafrasear a Peralta Ramos: “Los peronistas que se van del peronismo oficial se atrasan”.
Salvo que crucen con suerte hacia la otra Coalición.
Dilema de circuito cerrado: “adentro no se les lleva el apunte y afuera cuesta armar algo consistente”.
Es cuando suele citarse la peripecia de Sergio Massa, El Conductor que venció, al peronismo oficial de La Doctora, en 2013.
O la parábola de Francisco de Narváez, El Caudillo Popular (otro signado siempre con el “eterno retorno” de Nietzsche).
El Caudillo venció al peronismo de Néstor, El Furia, en 2009.
Pero El Caudillo volvió a los supermercados (de donde nunca debió haber salido).
Y Massa, después de tropezar en 2015 y en 2017, tuvo dos años de llano amargo y con su Frente logró pactar con el peronismo oficial.
Hoy está en la línea sucesoria. La presidencia de la Cámara de Diputados, otro riesgo de Estación Terminal.
Desde Alberto Pierri, El Muñeco del Deci Club (hoy un poderoso empresario) y actuales habitantes del llano amargo como Fellner, Camaño, El Lindo Julián (Domínguez).
El penúltimo presidente de la Cámara fue justamente Monzó, que hoy mantiene la osadía de reinsertarse.
Para disputar las PASO, acaso, de Juntos por el Cambio, junto a un radical.
El Alcalde de Villa Posse, San Isidro, no puede ser reelegido. Una injusticia.
Y no es una mala idea, para el alcalde de Villa Posse, la de saltar con red.
(*) Periodista y escritor
Publicado en JorgeAsisDigital.-
(Fuente: www.andigital.com.ar)