«La ley actual (23.798) tiene un enfoque totalmente biomédico, mientras que el nuevo proyecto tiene perspectiva de género y derechos humanos», afirmó a Télam el periodista y activista VIH+ Lucas Fauno Gutiérrez.
En forma unánime, organizaciones de la sociedad civil y de personas viviendo con el virus reclaman la «urgente» media sanción al proyecto de «respuesta integral al VIH» que aspira a reemplazar la vieja ley de 1990, porque «no hay más tiempo».
Es que el 17% de las 136 mil personas que conviven con el virus en Argentina desconocen el diagnóstico y cada año se registran más de 1.300 muertes relacionadas con el VIH.
Pero además, los años de medicalización producen un «envejecimiento prematuro», mientras que «la discriminación histórica» obstaculiza derechos básicos, como el empleo.
«La ley actual (23.798) tiene un enfoque totalmente biomédico, mientras que el nuevo proyecto tiene perspectiva de género y derechos humanos», dijo a Télam el periodista y activista VIH+ Lucas Fauno Gutiérrez. «La de 1990 era una ley de emergencia de vida, mientras que la que proponemos es una ley de calidad de vida, de acceso a los derechos que nos corresponden», agregó.
En una sesión conjunta, el pasado 25 de noviembre las comisiones de Presupuesto y Hacienda y Acción Social y Salud Pública aprobaron un dictamen que unificó sendos proyectos de las diputadas oficialistas María Masín y Ana Gaillard.
Las organizaciones de la sociedad civil y de personas viviendo con VIH que trabajaron en este iniciativa esperan que pueda ser tratada antes de fin de año para que no pierda estado parlamentario como ya pasó en 2016 y 2018.
Según adelantó el Ministerio de Salud de la Nación en base a los datos del último Boletín de VIH, Sida e ITS que se presenta este miércoles en coincidencia con el Día Mundial del Sida, En la Argentina unas 140.000 personas viven con VIH, aunque un 17% de ellas lo desconoce
«El 65 por ciento de las personas que conoce su diagnóstico se atiende en el subsistema público de salud y más de 65.000 se encuentran en tratamiento antirretroviral en el mismo», informó la cartera sanitaria. Por año se producen un promedio de 4.500 nuevos casos, diagnosticándose 2,4 varones cis con VIH por cada mujer cis con el virus.
En cuanto a la oportunidad del diagnóstico, el 29,9 por ciento se realiza en una etapa avanzada de la infección: el 31,1 por ciento en los varones cis, 27,2 por ciento en las mujeres cis y 25 por ciento en las mujeres trans.
«Por otro lado, la tasa de mortalidad por patologías asociadas al VIH, si bien tuvo importantes cambios en los últimos 10 años, continúa con la tendencia al descenso ubicándose en 2,81 cada 100 mil habitantes en 2019″, señaló.
La principal vía de transmisión del VIH continúan siendo las relaciones sexuales sin uso del preservativo (98 por ciento). Entre los varones cis, el 63 por ciento se infecta durante prácticas sexuales con otros varones y casi el 36 por ciento durante relaciones sexuales con mujeres cis.
El proyecto hace hincapié en la erradicación de las prácticas discriminatorias, el impulso a la producción pública de medicamentos e insumos, la participación activa de las personas VIH+ en el diseño y aplicación de políticas, y la reparación a quienes vienen afrontando hace décadas las consecuencias de la discriminación y la falta de respuestas del Estado.
«La ley actual es efectiva -porque garantiza acceso a prevención, diagnóstico y tratamiento-, pero quedó desactualizada porque con herramientas biomédicas no se puede responder de manera integral a una pandemia que tiene un componente de salud física pero también social», dijo a Télam Matías Muñoz, presidente de la Asociación Ciclo Positivo y coordinador del capítulo Argentina de la Alianza Mundial contra el Estigma y la Discriminación Asociados al VIH.
Por su parte, el director ejecutivo de la Fundación Huésped, Leandro Cahn, consideró que «la 23.798 es una muy buena ley que envejeció bien pero hoy conocemos mucho más sobre importancia de la respuesta integral al VIH» y esos conocimientos deben ser incorporados, sostuvieron.
«Hay cuestiones para actualizar desde el marco normativo, como dejar más claramente establecido el derecho de acceso a las últimas tecnologías disponibles tanto en prevención como en cuidado y tratamiento, o prohibir específicamente la realización de la prueba en exámenes preocupacionales u otras relaciones contractuales como la obtención seguros de vida o créditos bancarios», agregó.
El proyecto de ley nacional de respuesta integral no está solo referido al VIH, sino que incorpora en una misma normativa a las hepatitis virales, otras infecciones de transmisión sexual (ITS) y la tuberculosis.
Por otro lado, la iniciativa destina todo un capítulo a «las mujeres y personas con capacidad de gestar», consagrando los derechos que les asisten en relación al acceso a la información (sobre su propia salud y la del bebé, pero también sobre las opciones de parto «favoreciendo el derecho al parto vía vaginal»), así como a la atención integral durante el embarazo y posparto.
En ese sentido, establece que los programas de promoción de la salud y prevención del VIH, hepatitis virales, y otras ITS deben «tener en cuenta las discriminaciones y violencias que sufren las mujeres».
«Siempre estuvimos relegadas, porque se pensaba que VIH solo era una infección para hombres que tenían sexo con otros hombres o personas trans y no se tenía en cuenta a las mujeres cisgénero, con todo lo que significa «, dijo a Télam Gachy Awad de ICW Argentina. En ese sentido, apuntó que «el estigma, la discriminación y las violencias» afectan de manera especial a las mujeres, en particular dentro de los centros de la salud y el mercado laboral.
«Todavía en la Argentina siguen habiendo ligaduras de trompas no consentidas y en los centros de salud nos sugieren abortar porque ‘el bebé puede ser enfermo'», dijo.
Además, «el mayor impacto de discriminación hacia las mujeres en los servicios de salud» redunda en «diagnósticos tardíos» o discontinuidad de los tratamientos porque «quizás viven a 50 cuadras del hospital y no tienen para el transporte o quien les cuide les hijes». En cuanto a los derechos laborales, Awad se puso como ejemplo a sí misma, que hace 15 años le pidieron que renuncie al cargo administrativo en una escuela secundaria, «y desde entonces nadie me da trabajo»
Un estudio realizado en Argentina, y difundido este martes por la Iniciativa Spotlight y la Comunidad de Mujeres con VIH (ICW), reveló que al 20% de las mujeres se le ha negado algún servicio de salud por tener VIH; y que casi 3 de cada 10 recibieron alguna vez el consejo de «no tener hijos» por parte de personal de salud.
«A nosotras por tener VIH nos dicen puta o trola, pero además no se tiene en cuenta que muchas veces fuimos obligadas a tener relaciones sexuales sin consentimiento, víctimas de la violencia de género», dijo.
La iniciativa también plantea la creación de dos nuevos regímenes de la seguridad social para personas con VIH o hepatitis B o C: una jubilación anticipada para quienes tengan más de 50 años, 20 de aportes y al menos 10 como persona positiva; y una pensión no contributiva igual al 70% del haber mínimo para aquellos mayores de 18 años que se encuentren en situación de vulnerabilidad social.
«Las personas que aún mueren por causas relacionadas con el VIH son en general personas en situación de extrema vulnerabilidad que necesitan un ingreso social para poder sostener el tratamiento» y a prevenir estas situaciones apunta la pensión no contributiva, dijo Muñoz.
La jubilación anticipada, por otro lado, se basa en dos argumentos: «el 70 de las personas viviendo con VIH no tienen un empleo registrado producto de la discriminación sistemática» y por lo tanto están en la «imposibilidad de alcanzar los años de aporte necesarios»; pero además «está científicamente comprobado el efecto del envejecimiento prematuro que produce el virus y el tratamiento» sobre las personas positivas, explicó
«Nuestros activismos nacen del fracaso de una sociedad, si hacemos activismo es porque ya nos han matado, invisibilizado, negado, despedido, atacado, injuriado y más. Lo que buscamos es reparación y construir un cotidiano más amable», dijo Gutiérrez.
Y para lograrlo, «la estrategia debe ser colectiva», porque además «al final del día yo siento que lo último que estoy hablando es de VIH: estamos hablando de derechos humanos, de comunicación, de ESI, de afectos, de familia, de educación, de historia, del rol del Estado». (Télam)