Por Raúl Ramírez
Desde el punto de vista económico financiero es preocupante. Hay toda una voluntad, pero da la impresión de que esto no tiene salida. Por otra parte, algunos medios buscan generar desánimo, y alientan actitudes violentas magnificándolas o poniéndolas en evidencia.
La Oligarquía hace uso de herramientas modernas como lo es el Poder Judicial corrupto y la capacidad financiera de crear un sistema de profunda inestabilidad, a partir de un mercado pequeño pero muy influyente.
Sin embargo, hay situaciones que son reales y es que el gobierno ha dejado pasar, de tomar la iniciativa política. Durante mucho tiempo el presidente Alberto Fernández rechazó todos los intentos para corregir el rumbo, convencido de que la política que llevaba a cabo el ministro Martín Guzmán finalmente, iban a reducir la inflación e iban a crear un ambiente de optimismo y a revertir en términos políticos, una situación desfavorable. Esto se hizo para evitar una situación de ajuste económico, de desplome del peso y firmó un acuerdo con el FMI que iba a evitar que entremos en una situación caótica. Finalmente Guzmán se fue por la ventana traicionando fundamentalmente a quien le había dado toda su confianza.
Su sucesora Silvina Batakis, encontró en el ministerio de Economía una situación peor de la que el ministro Guzmán señalaba, y a la peor parte de los males que se querían evitar con su gestión finalmente se empiezan a profundizar.
Hay una necesidad imperiosa de un cambio de rumbo y sigue habiendo dudas respecto a si el presidente está en condiciones, más que ideológicas, se cuestionan si forma parte de su ADN la capacidad de confrontar con los grandes sectores, más allá de que dijo que los grandes productores agropecuarios no le van a torcer el brazo, sinceramente los amplios sectores del Frente de Todos, necesitan algo más que comentarios, para eso estamos todos los que nos dedicamos con mayor intensidad a analizar la realidad.
La expectativa es que Alberto Fernández no termine el gobierno y lleve a un caos posterior que deje a la población de rodillas para que la oposición pueda implementar, con un peronismo vencido, la destrucción definitiva del esquema jubilatorio argentino, una reforma judicial regresiva, una reforma fiscal regresiva que los favorezca a ellos y una reforma laboral, que deje desprotegidos a los trabajadores. Debemos ser conscientes de que más allá de las enormes dificultades del presente, el futuro será aún más amenazador si todo esto se concreta. El sueño eterno de la oligarquía que es la destrucción total del peronismo y llevar al país a las condiciones que existían antes de 1945.