Editorial: La animalidad

MILEI es un misterio, pero por estos días muchos se preguntan por qué algunas personas votan a un candidato que las desfavorece y que una promesa de su campaña fue dejar en claro que va a quitar derechos porque considera que es una aberración pensar que «donde hay una necesidad, nace un derecho». Eso se podría pensar como una cuestión de autocastigo que favorece un auto castigo como una relación al masoquismo.


Así lo sostuvieron algunos analistas- Lo cierto es que un gran porcentaje se inclinó por Javier Milei y negarlo sería caer en una actitud psicopatológica.

Sucede que el dolor y el displacer dejan de ser advertencias y pasan a ser metas, aspiraciones, y algo de eso parece formar parte del voto a Milei»,

 La persistente inoculación de odio, mentiras y banalización que viene ocurriendo ya hace muchos años, por parte algunos medioS hegemónicos.

Uno de los grandes problemas que tenemos actualmente con el trabajo. Por un lado, niveles de desempleo; o sea, hay gente que no trabaja, que no tiene su ocupación, pero por otro lado, gente que tiene un trabajo, incluso un trabajo formal, y que no llega a fin de mes.

 Esto produce básicamente que el trabajo deja de ser un sostén no sólo para la realización personal sino para todo tipo de expectativa.

Yo he escuchado a gente decir: «El problema es que si no trabajo me muero de hambre, pero si trabajo también»   Entonces, el trabajo ha perdido una función esencial en la vida singular y colectiva.

Pero además hay otro problema con el trabajo. Yo escuchaba el otro día a gente que decía: «El peronismo perdió su hegemonía en la clase trabajadora».

Yo creo que hay algo que es un poco más abarcador y es que el trabajo dejó de ser el terreno de disputa del antagonismo entre capital y trabajo, o entre control y resistencia. En las discusiones políticas y las luchas culturales que hay actualmente, casi ninguna toca de cerca el mundo del trabajo.

Todas tratan otros temas, valiosos por supuesto. Lo que se sostiene  es que históricamente, hasta la década del ’90, el trabajo era el terreno de disputa política por excelencia.

Y de allí luego se derivaban otras disputas. Y hoy el trabajo parece ser un territorio despolitizado y des-socializado.

–El voto del domingo 13 de agosto las  elecciones no fue sólo un voto bronca. porque cuando la gente dice «el voto bronca» o el «voto miedo» dice:

«La gente no votó a Milei por lo que piensa». Y esto, en una primera lectura nos puede producir alivio: quiere decir que el 30 por ciento que lo votó no es un ejército de ultraderecha ya que esos votantes no pensarían todos como Javier Milei.

De hecho, es cierto: al parecer, la composición de los votantes atraviesa edades, géneros, clases sociales, ideologías. Ahora, de inmediato, esto produce un problema.

–Qué disociación surge entre el votante y el votado. Y cuáles son las consecuencias, porque si lo votaron porque es un señor que se enoja, que insulta y, entonces, se supone que hay un grito de rebeldía, bueno, la realidad es que Milei no es una rebeldía ante ningún poder.

No es lo mismo rebeldía que un grito desquiciado. Con lo cual, lo que se vota en todo caso es catarsis, pero no se vota una rebeldía o una furia constructiva que conmueva algún tipo de estructura de poder. Entonces se crea una disociación porque yo estoy votando a alguien que no me representa.

La libertad es un ideal, un patrimonio cultural en la medida en que se guíe por un ideal de justicia; o sea, que implique una rebelión contra una injusticia, que si no hay una rebelión contra una injusticia, la libertad es sólo expresión de un narcisismo que no acepta restricciones.

 Y si uno escucha el discurso de Milei o de Villarruel es un discurso que disocia u omite incluir en la idea de libertad toda idea de justicia, que es lo que vienen haciendo la derecha o la ultraderecha en los últimos años.

 Con el macrismo empezó el bombardeo hacia los derechos humanos, la idea de «los derechos humanos son un curro». Ahora, Milei viene diciendo que la justicia social «es una aberración». Entonces, es una idea de libertad referida a arrojar una ilusión de omnipotencia. Es una ilusión, por supuesto, un narcisismo sin restricciones, que el Estado no interponga ningún impuesto.

 A Milei le gusta decir que la palabra «impuesto» viene de «imposición», «lo malo que es que el Estado nos imponga algo». No sé por qué sería tan malo que el Estado imponga algo.

El Estado impone semáforos en las calles, mayorías y minorías de edad… Hay un montón de restricciones. Yo creo que hay que tener muy en cuenta que esta idea de libertad es una idea caótica en el fondo, porque la libertad para orientarse como patrimonio cultural, tiene que estar ligada a la justicia.

Milei tiene aceptación de la juventud

Tenemos que entender que a Milei lo votó un 30 por ciento, pero en el fondo es un 20 por ciento, porque, es el 30 por ciento del 70 por ciento que votó.

Cuando uno dice «los jóvenes» hay que tener cuidado porque uno escucha muchas veces: «Los jóvenes están perdidos», etc. Hay que ver cuáles son esos jóvenes. Pero supongamos que hay un grupo grande de jóvenes que lo ha votado y que esto constituye una muestra significativa.

 Actualmente hay un problema: en qué consiste la rebelión. Históricamente o tradicionalmente, la juventud es un sector que se rebela contra mandatos.

El problema actualmente es que los mandatos que podríamos tener como sociedad o como generación un poco más adulta hacia los jóvenes, los jóvenes no los pueden cumplir. Por ejemplo, trabajar, casarse, desarrollar tu vida familiar, comprarte la casa o alquilarla.

Hoy no hay posibilidad. Entonces, estamos ante una juventud que no se puede revelar a un mandato que podría cumplir, con lo cual el mandato cae. Eso crea una situación de mucho desamparo. Yo creo que es en ese contexto en el que habría que pensar el problema del voto de la juventud.

Es un voto de un pibe que dice: «A mí no me importa». Incluso, algunas de estas cosas las dicen los adultos: «Bueno, que reviente todo por los aires», por ejemplo.

 Y yo he escuchado a jóvenes votantes de Milei decir: «Bueno, qué se yo, que gane éste, me da todo lo mismo». Con lo cual, lo que se traduce desde la lógica del discurso de Milei y que se replica en otros discursos es la lógica destructiva.

 Cuando Milei plantea lo que quiere hacer eventualmente como presidente, él no plantea políticas públicas. El plantea solamente la supresión del Estado. Él le dijo a los empresarios: «Ustedes hagan el país, construyan. Yo me comprometo a sacarles del medio al Estado». No está planteando ninguna política pública. La política pública que plantea Milei es básicamente una política de seguridad y justicia; justicia en el sentido de judicial. Es decir, él se propone reprimir y encarcelar. Esa es la política pública que propone Milei, con Villarruel a su lado: reprimir, encarcelar y o matar.

 La carga de violencia verbal

–Hay que tomar en cuenta la mezcla y los efectos del odio con las mentiras y con la banalización. ¿Qué es lo que se propone la violencia? Por supuesto, la violencia se propone eliminar al otro. Pero, por ejemplo, el negacionismo, ¿qué se propone?

Además de justificar los crímenes de la dictadura, lo que se propone el negacionismo es decir: «Esto no existió». Cuando Milei grita o insulta en cualquier programa y no escucha, lo que se propone es hacer como que el otro no existe porque para Milei el otro no existe, Milei no puede dialogar.

PARA MILEI NO HAY ADVERSARIO o por la de enemigo. Y al verlo como enemigo le quita el reconocimiento de la condición humana del contrincante.

Milei suele hablar de «la gente de bien». Todo aquel que piensa distinto, para Milei es comunista. Y si es comunista, además es delincuente porque él no piensa el comunismo como otra ideología política;  además, de que no todos los otros son comunistas.

Javier Milei, presidential candidate of the Liberty Advances coalition, speaks at his campaign headquarters after polling stations closed during primary elections in Buenos Aires, Argentina, Sunday, Aug. 13, 2023. (AP Photo/Natacha Pisarenko)

Desde luego, porque él ha tildado a Horacio Rodríguez Larreta de socialista. Pero todo aquel que no piense idéntico a él, en principio, es comunista. Si es comunista, es delincuente. Y a los delincuentes, además, dicen que hay que matarlos. Implica la supresión del otro. Y decir que eso otro no existió, que es de lo que trata el negacionismo: esos crímenes no existieron.

–Cuando uno cree en propuestas inverosímiles, cuando uno cree en el crecimiento invisible puede haber dos desenlaces. Uno es que cuando uno se decepciona no cuestiona al mentiroso sino que siente que ya no se puede creer en más nada. Y ahí podemos volver al problema del voto de los jóvenes o de no tan jóvenes, que votan desde una perspectiva descreída.

 La segunda alternativa que puede derivar del creer lo que no se debe creer es que quien creyó –de nuevo– no cuestiona al mentiroso sino que siente una profunda vergüenza por haber creído lo no creíble y que desde su furia pida más argumentos mentirosos para poder seguir creyendo.

–Por un lado, él se propone como un león. Por otro lado, cuando él habla de sus hijitos de cuatro patas, que son los perros.

Cuando él plantea que sus perros son sus hijos de cuatro patas, yo creo que él no está humanizando a sus perros, sino que está expresando su propia animalidad.

El es el padre de cuatro perros. No lo digo como una cuestión atractiva en términos psicológicos, sino porque creo que eso expresa el predominio de la irracionalidad de Milei.

No es que Milei tiene una ley así o asá. Milei es la irracionalidad, es el caos. Cuando él propone reducir no sé cuántos ministerios y organismos públicos, por supuesto que eso apunta a desamparar a miles y miles y miles de personas.

 Pero, además, si hubiera menos ministerios, menos organismos, los temas de los que se ocupan esos ministerios no desaparecen. Eso llevaría a que muchos más temas estén en muchas menos manos, que serían los funcionarios que queden.

 En cualquier proceso institucional, eso es entendido como un proceso regresivo, que es expresión del caos institucional.

 Cuando uno ve los postulados económicos de Milei, sólo le preocupan los números, las cantidades, no le preocupan las cualidades.

Y eso es otra manera de aludir a la irracionalidad o de aludir a esta animalidad.

También te puede interesar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *