Editorial | A propósito de las últimas elecciones

Sergio Massa tuvo un doble triunfo en las elecciones generales. Salió primero, contra casi todos los pronósticos. Y, lo más importante, corroboró su hipótesis maestra: la irrupción de Javier Milei tenía como destino principal dividir el frente opositor.

Es decir, cumplir el rol que él mismo, Massa, desempeñó entre 2013 y 2017, dividir al kirchnerismo y que fue determinante de la llegada de Mauricio Macri al poder.

Sergio Massa sumó más de 3 millones de votos a los que su Unión por Patria cosechó en las primarias de agosto. Fue quién más se benefició con el incremento de participación, que fue del 70 al 78%.

Milei agregó 700.000. Juntos por el Cambio, con Patricia Bullrich, perdió 200.000.  Pero Milei y Bullrich sumaron muchos más votos que los que había obtenido Macri en la primera vuelta de 2019.

Massa consiguió menos del 37% de los votos.  Milei arañó los 30. Esta información es decisiva para calibrar la capacidad de la administración que se instale en la Casa Rosada el 10 de diciembre para gestionar la endiablada agenda de la economía.

El oficialismo con Massa estará a 22 bancas del quorum en Diputados, en el caso de Milei: le faltan 91 legisladores para lograr aprobar una ley. Y esto es clave para que Milei logre mayoría para un plan económico endemoniado

¿A qué recurrirá Massa para atraer, aunque más no sea, a una franja de los simpatizantes de Juntos por el Cambio?

¿Milei será capaz de seducir a los votantes no peronistas? y ¿Sería capaz de seducir a los simpatizantes de Patricia Bullrich?

En cambio, Massa está en condiciones de avanzar sobre el centro, limitando a Milei a un sector de derecha más o menos reaccionario.

Massa consiguió anoche neutralizar la inflación, la corrida cambiaria, la pobreza del 40%, los escándalos “Chocolate” con las tarjetas de débito o los romances  mediterráneos del “Bandido” Isaurralde muy ventilada por los medios hegemónicos que no lograron dañar a Massa electoralmente, pero los mismos medios escondieron los afaires amorosos de acosos a dos empleadas del Banco Central, en el cual Melconian, era funcionario.

 Otro dato es que Milei, amenazando a la casta con una motosierra, y Bullrich, prometiendo al kirchnerismo una cárcel de alta seguridad, hayan sacado del letargo a una dirigencia peronista que, sí le permitió fidelizar su voto. 

Javier Milei sostiene capacidad de reunificar el universo electoral no peronista.  Además Massa ya trabaja para atraer, aunque más no sea, a una franja de los simpatizantes de Juntos por el Cambio.

Bulrrich no retuvo todo el voto de Horacio Rodríguez Larreta. Tampoco no igualó el caudal que recogió su fuerza en las primarias.

A la hora de evaluar esta aritmética hay que rescatar un dato interesante: Juan Schiaretti casi duplica las adhesiones que había conseguido en agosto. Pasó de 900.000 a 1.800.000 votos. Ese éxito, sobre todo en Córdoba, se produjo a expensas de Bullrich..

Massa seguirá convocando a un gobierno de unidad, en un intento de seducir a dirigentes radicales y del PRO. Personas que ya tienen con él vínculos antiguos, más o menos visibles, alimentados casi siempre por prebendas económicas. Como también la de importantes empresarios.

Massa envolverá su jugada hacia Juntos por el Cambio con un argumento general: hay que agruparse para defender la democracia del avance de un Milei que será presentado cada vez más como un personaje fascistoide.

Mucho antes, en una visita a la CGT, Massa llamó a “derrotar al fascismo en América Latina” en una alianza con Gabriel Boric y con Petro. También el papa Francisco intervino en el juego concediendo una entrevista a Bernarda Llorente, la presidenta de Télam y esposa del ministro Jorge Taiana, para alertar sobre la presencia de un falso mesías.

 Jorge Bergoglio eligió el momento justo: cuando su condena a Milei no significaba un aval a Massa, a quien sigue sin indultar. La semana pasada Xi Jinping se sumó a esta cadena de la solidaridad. Por gestión de Alberto Fernández, destrabó el segundo tramo del swap de monedas pactado con el Banco Central para aliviar la pesadilla de Unión por la Patria con el dólar.

No debería sorprender: Milei no se declara enemigo de China. Y Bullrich manifestó su negativa a ingresar en el grupo Brics, que desde hace años es un club manejado por los chinos.

Parte de los votantes de Martín Lousteau prefirieron otra opción. El ex radical Leandro Santoro, por ejemplo, sumó 158.000 votos desde las primarias. Se presume  que Massa  intervino  ante Santoro para que reconozca el triunfo de Macri  Sería una forma de desmovilizar al aparato del Pro que sostendría, en noviembre, la campaña de Milei.

Una de las demostraciones más claras de la falta de profesionalismo del candidato de La Libertad Avanza ha sido su obcecado menosprecio a la UCR, que es uno de los partidos a los que deberiá seducir en su lucha contra Massa, pero creo que ya es tarde-

Hace 15 días, Milei había recomendado no renovar plazos fijos en pesos, consiguió que una parte de la opinión pública adoptara ese diagnóstico.

 El otro  el verdadero problema: la propuesta de una dolarización, esgrimida por alguien que podría ganar el ballotage, es de por sí desestabilizante, porque acelera el repudio al peso.

En la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof agregó 1.338.632 votos a los que había sacado en las primarias, alcanzando el 44,89% de los votos. Quedó empatado con Massa en el distrito más importante del país. Allí La Cámpora, liderada por Máximo Kirchner, ganó12 comunas.

Quiere decir que el oficialismo mantuvo su fortaleza en su principal base territorial. Kicillof no tiene reelección. Por eso 2027 es una fecha significativa para él.

En Buenos Aires está el poder de Cristina Kirchner. Seguirá siendo el árbitro. Es ella la que decidirá si la confrontación que ha dominado la vida nacional en los últimos 20 años ha quedado cancelada.

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