Los datos del INDEC así lo corroboran: un 40,1% de la población bajo la línea de pobreza, y dentro de ese número, que es un dato que desligado de la experiencia de vida diaria tiene la frialdad de una cifra.
Existe otra que duele: durante el primer semestre de 2023 la pobreza entre niños de 0 a 14 años alcanzó un porcentual de 56,2%.
No siempre se ven en el centro grande de todas las ciudades, la pobreza se esconde en las periferias de barrios y villas marginales
Con esta realidad Sergio Massa, debe caminar su campaña electoral que no solo es el ministro de economía, sino también el candidato presidencial de Unión por la Patria, pero las penurias continúan con otras realidades, como la inflación que en setiembre, registro 12.7
El ministro y candidato a presidente revisó estos números y dispuso una serie de medidas económicas, tendientes a morigerar la caída del poder adquisitivo del trabajador asalariado formal, pero también del informal y de quienes se hallan fuera del sistema y cuya única red de contención es el Estado. No fue insensible a esos números, sino que están atados a la vida de personas que viven y sufren, pero que también sueñan con la posibilidad de que la tormenta afloje y salga el sol, el poncho de los humildes.
Massa sube sólo al escenario. Se emociona. Es una escena potente y de reflexión.
Allí, la representación del surgimiento de un nuevo líder que propone el fin de la grieta como modelo de construcción política, con un programa de capital + trabajo + federalismo + integración al mundo, vía producción agroindustrial y científica; un programa que también promete más Estado, pero eficiente –esto es vital y se debe trabajar mucho para hacerlo real– y que no deja de lado la idea de seguridad y orden, que ya está latente en la población, en la comunidad y en el pueblo.
En su oratoria también se define a favor de los valores institucionales, democráticos, que incluyen el respeto por el otro diferente, no su aniquilamiento o destrucción. Una manera de definirse frente a las reivindicaciones del horror.
Massa visualiza una nueva Argentina donde la grieta como la conocemos, aquella que surgió con el conflicto por la resolución 125 en marzo de 2008 y que marcó un modo de hacer política que fue escalando en intensidad, no es un dispositivo político factible para su concepción de un peronismo ampliado. Hay un clamor en la sociedad, en las familias, en las reuniones de amigos: basta de grieta.
En la vereda de enfrente: Milei, plantea el “sálvese quien pueda” y la destrucción del sistema democrático, pero también la grieta que estanca: frente al clima de odio, enfrentamiento y violencia, la patria y la familia como símbolos de unidad.
Allí entra en juego el cierre de escena Sergio Massa: la familia como el lugar de protección, la patria como familia colectiva, como comunidad; Podemos pensar que puede transformarse en líder o conductor de una nueva etapa del peronismo, que no deja afuera las tradiciones fundantes del movimiento. Entre ellas: la persuasión.
Massa, el resistido y cuestionado, incorpora el lema: la muerte de la grieta y la pasión por la Argentina.