Por Roberto Chuchuy
Creo que no es desatinado comparar este gobierno de la motosierra con el gobierno de la locura militar en el golpe de estado cívico-militar y eclesiástico. Tenemos un presidente que se presenta como antipolítico pero que en la práctica aplica políticas económicas viejas y obsoletas, y en otros casos, con medidas sobre las que no hay experiencia en política económica en ningún gobierno de todo el mundo.
Con sus políticas de recaudación impositiva, el presidente de la nación está destruyendo la industria nacional y la clase media industrial, mientras que algunos sectores de la sociedad argentina aplauden sin reflexionar. Sin embargo, ninguna de estas cargas impositivas impacta positivamente en la calidad de vida de los argentinos, especialmente de los jubilados.
El objetivo declarado es aplicar un gran shock social que deje a la sociedad argentina desmoralizada, y para esto cuenta con el apoyo de ciertos sectores tilingueros de una pseudo clase media, que en muchos casos no llegan ni a eso, mientras que los verdaderos representantes de la oligarquía criolla están de acuerdo.
Pero para lograr este shock social, es necesario desorientar, deprimir y finalmente dominar, con el objetivo último de saquear nuestro patrimonio nacional. Lo que está en juego no son solo nuestras riquezas, sino también el destino de nuestro pueblo, con el fin de convertirlo en una masa desposeída y derrotada, incapaz de luchar por sus derechos, porque para la dupla Macri – Milei, no somos personas merecedoras de derechos, para el “arcaico nuevo capitalismo”.
Es fundamental que como pueblo reconozcamos nuestro verdadero valor y no depositemos nuestras esperanzas en los neoliberales, cuyos intereses no son patriotas. No les otorguemos este poder estratégico. Nadie se salva solo.