Mauricio Macri sueña con emular a Donald Trump, un presidente veterano de 78 años (Joe Biden tiene 82 años). Tanto Trump, Biden como Macri comparten una característica: no lograron ser reelectos en su primer mandato. Esta situación, sin embargo, abre la puerta para que Macri considere volver a postularse a la presidencia.
Trump, además de la mayoría que conquistó en ambas cámaras del Congreso, cuenta con un fuerte respaldo en la Corte Suprema de Justicia. Aunque solo gobernó cuatro años, tuvo tiempo suficiente para designar a tres de los nueve jueces de la Corte. Junto con los tres nombrados por los Bush (padre e hijo), Trump consolidó una mayoría de dos tercios, algo que no se veía desde Franklin D. Roosevelt, hace 85 años.
«Con la Corte Suprema dando luz verde a una inmunidad presidencial casi absoluta y con el Congreso negándose a aprobar un código de ética para los jueces, se plantea una cuestión problemática», señaló la ONG Fix the Court.
A esto se suma la destreza de los republicanos, quienes, a través de la organización The Federalist Society (Sociedad Federalista), prepararon durante años un asalto estratégico a la Justicia. Esta realidad refleja tendencias profundas de la sociedad estadounidense, las mismas que devolverán a Trump al cargo más codiciado del mundo, con un apoyo creciente entre latinos y afroamericanos.
El pasado viernes, Trump escuchó la sentencia que lo convertirá en el primer delincuente condenado en llegar a la Casa Blanca. Sin embargo, no parece preocupado, ya que el fallo asegura que la condena no implicará su encarcelamiento.
La crisis judicial en Estados Unidos resalta que su Corte Suprema es una de las más pequeñas del mundo. ¿Qué dirían de la Corte argentina, que apenas cuenta con tres miembros, mientras Milei evalúa ampliarla a cinco por decreto, sin intervención del Congreso?
El legado de Biden y las sombras de Trump
El gobierno de Biden ha sido el primero en medio siglo en tratar al Estado como diseñador y árbitro permanente de los mercados, en lugar de solo corregir excesos. Esta semana, en una entrevista con USA Today, Biden afirmó que podría haber vencido a Trump y expresó su deseo de que se reconozcan los logros de su gestión. Comparó su legado con el de Jimmy Carter, quien, tras ser considerado el peor presidente del siglo XX, adquirió estatura como figura mundial al evaluarse su gobierno con perspectiva. Carter, a diferencia de Trump, fue un pacifista; no inició guerras y mantuvo una visión progresista sobre el medio ambiente.
Trump, en cambio, avanza con la misma prepotencia que Ronald Reagan y proyectos libertarios como el de Milei en Argentina. Reagan eliminó paneles solares de la Casa Blanca y redujo la financiación estatal en investigación, dando un impulso desmedido a la industria hidrocarburífera. Trump sigue esa línea al intentar frenar la transición hacia energías limpias y aconsejar al gobierno británico desmantelar turbinas eólicas en el Mar del Norte para perforar en busca de petróleo. Por su parte, Milei desmantela proyectos nucleares argentinos y prioriza la inversión en hidrocarburos.
El Financial Times destacó que el gobierno de Milei toma «una dirección opuesta a gran parte del resto del mundo». Mientras Europa y EE.UU. buscan proteger industrias locales de las importaciones chinas, Milei apuesta por sectores donde Argentina tiene ventajas competitivas (agricultura, minería, energía y tecnología), aunque estos empleen solo al 12% de la población.
La era del hielo: el plan de Trump
Trump no ha esperado al lunes 20, día de su ceremonia de investidura, para anunciar las medidas de su gobierno. Entre ellas se encuentra la mayor deportación masiva de la historia, que incluirá el uso del Ejército para expulsar a millones de personas. Esta política, además de afectar a las víctimas, golpeará a las empresas que emplean a estos trabajadores en tareas rechazadas por los nativos.
Trump también apunta contra China, líder en la carrera tecnológica, y no duda en mencionar a México, Dinamarca y Canadá como objetivos de sus políticas. Asimismo, exige a Europa aumentar su gasto en defensa, favoreciendo el negocio armamentista, uno de los principales motores económicos de EE.UU.