El sueño de una Argentina liberal sin Peronismo

La derecha continúa avanzando en el país, con más o menos renegados de la tibia gestión de Alberto Fernández, que ya no puede escudarse en la Pandemia. Crece en los sectores ultraconservadores la esperanza de volver a retomar el poder de la mano de Horacio Rodríguez Larreta. ¿Qué le depara a la Argentina tras la baja de Macri y sus ambiciosos proyectos de ajuste? Las dos caras de la moneda, que siempre termina siendo la misma. La Editorial de Convicciones Políticas, en FM La Cigarra 96.7 Mhz.


Pese a su derrota electoral en 2019, y el fracaso de su gobierno, Juntos por el Cambio mantiene un electorado y se apresta a decidir entre un perfil más moderado u otro más agresivo hacia la derecha. El propio Mauricio Macri ha pasado de un discurso «postideológico» a uno más Conservador.

En la Argentina de los últimos tiempos, donde los problemas se arrastran en lugar de resolverse, ningún proyecto político parece duradero, pero todos permanecen latentes y con chances de ser reflotados con una derecha adaptada e infiltrada en los partidos populares.

Parece un mérito que el gobierno de Cambiemos entre 2015 y 2019; y que desde 1983 haya terminado su mandato. Fue el primer presidente, no peronista, ni radical, de la historia reciente.

En 2007, el Pro llegó al gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y en 2015 se convirtió en una coalición, que comparte con el sector más conservador de la Unión Cívica Radical al que impuso su programa y su estrategia electoral. Hoy en el radicalismo hay un gran debate de mantener su identidad histórica y no ser furgón de cola de Cambiemos

Los otros partidos como la Coalición Cívica y pequeñas agrupaciones de orígenes peronista y conservadores, también aceptaron el rol predominante de Macri y su grupo. Se dejaron conducir, por el primer proyecto de centroderecha del siglo XXI que buscaba hacerse del poder por la vía electoral. La UCR volvió al poder –aun como socio menor– luego de dos décadas en las que pagó el precio de la crisis de 2001 y que le explotó en las manos al presidente radical Fernando de la Rúa.

Al final de un gobierno macrista de desempeño económico mediocre, con pésimos resultados en materia social, mantiene un electorado incierto ahora que Macri no será candidato

Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), Macri dejó el poder con una inflación de 53,8%, con 35,5% de población pobre, y una desocupación de casi dos dígitos (9,2%). Su gobierno no logró aumentar la inversión privada, la gran muletilla electoral, sino que tuvo un magro año de crecimiento económico, con lo que el balance de los cuatro años, en términos de crecimiento, fue negativo.

 Asimismo, aumentó el endeudamiento público tanto en términos absolutos (la deuda pasó de 240.665 millones de dólares en 2015 a 323.065 millones en 2019) como relativos (la deuda pública representaba 53% del PBI en 2015 y 90% en 2019), lo que creó severos condicionamientos futuros para las finanzas públicas y para la economía para el gobierno de Alberto Fernández. Con estos datos los problemas de gobierno del Frente de Todos es el endeudamiento con FMI, y Crisis social,

Hoy Macri abandonó su carrera presidencial porque Larreta, como candidato a la presidencia, le mostró en la cara los pésimos resultados de imagen al el expresidente y reconoció que lo obligó a retirarse de la campaña.

Desde 2019 hasta el presente, de la mano de la pandemia y la flaca gestión del gobierno de Alberto Fernández, por la pésima gestión de su ministro de Economía, Martin Guzmán, en la negociación de la deuda con FMI, le generó a Cambiemos expectativa electoral, pero la derecha prefiere a Macri que a Larreta, que no ofrece una posición más derechista y violenta.

Como todos los proyectos políticos recientes, Juntos por el Cambio quisiera tener empresarios, sindicalistas y dirigentes sociales con criterio liberal, diferentes de los que existen.y un país como si fuera la ciudad autónoma, con el mayor PBI de toda la Argentina

Hoy, los actores de peso político, grupos empresarios de las pymes y los sindicatos más poderosos‒,y que  partir de 2003  se sumaron las agrupaciones sociales de base territorial- movilizan a los sectores pobres urbanos y constituyen poderosos organizadores del descontento social. Hoy, la centroderecha cuenta con un partido sólidamente arraigado en el centro agroindustrial del país y con aliados más o menos poderosos en los otros distritos.

En ese sentido, las elecciones de medio término de 2021, en las que Juntos por el Cambio, obtuvo el primer lugar con 42,7% de los votos es una opinión colectiva del humor social, sobre todo, por las condiciones que el macrismo dejó al gobierno de Alberto y que el oficialismo peronista quedó segundo con 34,56%, pero cuando se trata de elección presidencial  las elecciones iniciales, son solo una referencia, y que además M-M -ya no es el candidato-

Al inicio de la democracia en 1983 la derecha representaba apenas el 6,4% de los encuestados en el país, y se identificaba con posiciones abiertamente de derecha, lo que hay que entender que esa derecha fue la cría del proceso militar antidemocrático y su fracaso en la guerra de la Malvinas, pero en 2017 ese porcentaje llegaba al 27,8%.

En ese sentido, la construcción de una oferta libertaria de rasgo fascista de extrema derecha, hoy encabezada por el economista Javier Milei,- empleado ñoqui  desde 1994-  crea una mezcla de radicalización de las posiciones conservadoras en lo cultural, y anti-Estado y anti distributivas en lo económico, que la coalición liderada hasta 2019 por Macri intentaba domesticar.

Las elecciones presidenciales de 2023, volverán a poner en juego, quizás como nunca antes, los límites y posibilidades del sueño persistente de la Argentina liberal, que es también el sueño de una Argentina sin peronismo.

La derecha vive en el pasado…

La derecha local cree puede contar con tiempos infinitos y la paciencia inagotable del electorado para encarar otro experimento más, después de los fracasos y su interminable cantidad de intentos de establecer un orden que sea tolerado por nuestra sociedad.

En esa derecha nuevamente, se alistan reformas laborales y previsionales, privatizaciones, aperturas importadoras y nuevos endeudamientos como panaceas que no sirven para nada y que lo demostró el gobierno de Macri.

Para la derecha se trata solamente de negocios puntuales para las grandes corporaciones locales y extranjeras y apuesta a una mezcla poderosa de represión con la oposición a los díscolos, ya no con las armas sino con las mentiras, y las agresiones de los medios hegemónicos -lawfare- y manipulación ideológica y sentimental al resto de la población.

Sabemos que hay gente en distintos espacios trabajando en la construcción de propuestas, pero estas aún no se difunden, no se discuten, no circulan y, por lo tanto, no se encarnan en actores sociales significativos. La izquierda, por sus propios problemas y limitaciones, no logra ofrecer un liderazgo social alternativo a los loquitos de derecha. Convicciones, liderazgos vitales y comprometidos, ideas audaces y atractivas son la plataforma para derrotar, más temprano o más tarde, a una derecha que no tiene soluciones reales para nuestro país

FUENTE: El sueño intacto de la centroderecha y sus dilemas después de haber gobernado y fracasado, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2023

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