Por Santos Jacinto Dávalos
En la columna hablo del plan Cunitas salteño. Lo hice a propósito, para contraste del plan Kunitas nacional, sospechado de sobrecostos. El verdadero nombre es Plan Cigüeña, que consistía no solo la cuna y el ajuar sino el seguimiento completo de la madre gestante y luego la del niño nacido. Para nuestro orgullo, en Salta se está gestando una modificación del Código Procesal Laboral, con la interacción de la CGT, el Colegio de Abogados, la Secretaría de Justicia y abogados especialistas en materia laboral. Mis respetos para una buena faena. Como complemento de este esfuerzo, me ha parecido conveniente señalar la inquietud del gobernador Roberto Romero de encontrar una solución para los trabajadores cuyo patrón cae en la insolvencia e instancias parecidas. España ha puesto en práctica este sistema y se denomina Fondo de Garantía salarial.
La República Utópica de Salta sigue en pie. Hoy vamos a hablar de una utopía del Gobernador Roberto Romero.
Romero, cuando se postuló como candidato a gobernador, presentó una cartilla con proyectos que llevaría a cabo si lograba ser electo.
Yo lo acompañé durante los cuatro años de su mandato, 1983/1987, en principio como Secretario de Gobierno y pocos meses después, como Secretario General de la Gobernación.
Todo lo que se había propuesto logró concretarlo. Desde una gigantesca obra brindando servicios de gas, cloacas y agua, hasta la construcción de las diez mil viviendas prometidas en su campaña electoral. Organizó el Programa de Vivienda Popular, ensayando alternativas de construcción más rápida y económica, que lamentablemente no cuajaron. Pero sirvió como antecedente para la construcción de barrios, con gestión de los propios vecinos y ayuda provincial. Sin haberlo prometido, construyó el Delmi, el teleférico y la puesta en funciones como atracción turística, de la cima del Cerro San Bernardo.
La comunicación con los vecinos era directa. Se organizaban reuniones donde todos los que deseaban eran recibidos, sea por los secretarios de Estado, los ministros y por el propio gobernador. Y allí constatamos que muchos trabajadores no podían cobrar sus salarios generalmente por insolvencia de sus empleadores.
Para solucionar este problema, el proyecto de Romero incluía lo que se denominaba el Banco del Salario, que permitiría no solo garantizar el pleno cobro de las acreencias salariales de los empleados, sino también colaborar con la patronal que afrontaba dificultades. Romero encomendó a personas muy capaces la organización del Banco del Salario, pero ninguno encontró el modo de llevarlo a cabo. Es una utopía de Romero que quedó inconclusa.
En una reunión del Foro de Observación de la Calidad Institucional de Salta -FOCIS-, mencionaba el accionar de Romero y algunos de los logros
El plan CUNITAS salteño, que consistía en otorgar a cada madre que daba a luz en el hospital público, una cuna con todo el ajuar para el recién nacido. Se anticipó varios años al Kunitas nacional. Pero como todo era elaborado en Salta, su costo era de monedas en relación al nacional. También mencioné la JUSTA, Jubilación salteña para todos los ancianos, que se otorgaba a los que cumplían 70 años sin beneficios jubilatorios. La suma que se entregaba era más de la mitad de un salario mínimo, pero incluía los servicios del Instituto Provincial de Seguros. Ese viejito, que tal vez haya sido una carga, comenzaba a aportar a la familia y ganaba en respeto y autoestima. También se adelantó muchos años a la Nación.
En un momento de la reunión, les dije que un sueño de Romero no se había podido llevar a cabo: el Banco del Salario. El proyecto consistía en un banco que garantizaba el pago de los salarios a los trabajadores, aún en caso de insolvencia del empleador. Además, podía ayudar al patrón en problemas. Uno de los presentes era el Dr. Sergio Santillán Cabezas, ex asesor por más de veinte años del Secretario General de la Central de trabajadores más importante de España. Representante de España por los trabajadores durante 25 años, en el Comité Económico y Social de Europa, actualmente designado Experto del mismo organismo. Apunto de que este salteño ignorado, ha sido profesor en una universidad española, dio conferencias, y escribió libros, uno de ellos en forma conjunta con Caro Figueroa, ex Secretario de Trabajo de Alfonsín y Ministro con Menem, también miembro de FOCIS. Ambos exiliados forzosos. Santillán me expresó que la garantía del salario de los trabajadores estaba organizada en España desde hace muchos años y se denominaba Fondo de Garantía Salarial.
El FOGASA, pues esa es la sigla, es un ente estatal que depende del Ministerio de Trabajo español, con personalidad jurídica y capacidad para obrar. Su misión es garantizar salarios, indemnizaciones, despidos, extinción de la relación laboral, concurso de acreedores de la patronal o simplemente insolvencia.
Incluye también disminución de puestos de trabajo por causas técnicas, organizativas, económicas o de producción.
El funcionamiento es muy simple. Constatada la falta de pago, el FOGASA abona lo que se les debe a los trabajadores, éstos ceden sus derechos y el organismo se subroga en el cobro que debía realizar el trabajador, iniciando acciones judiciales si resultara necesario.
¿Porqué no pudimos instalarla en Salta? Probablemente porqué pensamos en una estructura bancaria y porqué ignorábamos la variante española.
Garantizar el derecho al cobro de su salario al trabajador, era una utopía de Romero, que ya se concretó en otras latitudes. Es la única promesa que no pudo cumplir. Con este antecedente de España, le queda a su hijo, el senador nacional Juan Carlos Romero, concluir con las promesas electorales del padre, logrando instalar en toda la Argentina, el sistema de garantía salarial detallado. La República Utópica de Salta se lo va a agradecer