Jésica Pomar: “No era muy bien visto que las chicas jugaran fútbol”

El espacio que ganan cientos de mujeres en las canchas y cómo lograron hacer de este deporte, una forma de vivir y relacionarse.


El 23 de mayo pasado, se celebró el Día Internacional del Fútbol Femenino con el objetivo de fomentar el desarrollo de la disciplina.

La Confederación del Norte, Centroamérica y el Caribe de Fútbol (CONCACAF), en octubre de 2014,  llevó a cabo un seminario sobre fútbol femenino que, entre otros temas, propuso establecer al día 23 de mayo como el “Día Anual del Fútbol Femenino” y organizar en dicha fecha una jornada con distintas actividades en todos los países miembros, que persiguiera principalmente dos objetivos: generar conciencia y promover la inversión. La iniciativa fue luego destacada por la FIFA y extendida a varios países del mundo, mediante la realización de diversas acciones que tienen por objeto el reconocimiento y difusión del fútbol practicado por mujeres.

Jésica Pomar relata su experiencia en el programa Convicciones Políticas, por FM La Cigarra, 96.7 MHz.  Después de casi diez años de dedicarse al fútbol femenino Amateur, en el equipo de las Cataleyas, Jésica destaca el avance de la aceptación en la Sociedad, pero reconoce que aún faltan muchas cosas por hacer.

“Juego de fútbol hace aproximadamente 10 años, comencé grande tenía 18 años más o menos y comenzamos con un grupo de amigas, un día medio en broma, y medio en serio, decidimos hacer un partido. Nos organizamos un día, nos pusimos a jugar entre nosotras y ahí comenzó, desde ahí no paramos de jugar. Después nos escribimos en un campeonato y fue nuestra primera experiencia dentro de lo que sería el fútbol femenino”, expresó una de las hermanas Pomar.

Recordó también que “en ese momento no había mucha difusión ni muchas chicas que jueguen. No se hablaba mucho y por ahí no era muy bien visto que las chicas jugaran fútbol. En este contexto comenzamos. Nos gustó y seguimos hasta el día de hoy. Algunas continuamos y otras ya no, pero así comenzó. Ahora puede haber muchas mujeres animándose a jugar y a experimentar todo esto”.

Jésica remarcó la importancia de la autogestión como equipo, para conseguir los fondos necesarios que les permitan cubrir los costos de inscripción a los torneos, la ropa y el calzado adecuados, entre otros aspectos. “El último torneo en el que estamos participando, por ejemplo, para poder pagar la cuota organizamos una rifa, vendimos unos numeritos entre amigos y familiares, donde cada una ponía algo de su emprendimiento para los premios y pudimos reunir para la inscripción”, comentó.

La situación de Cataleyas, se repite en muchos otros equipos de la provincia y vislumbra la falta de atención de parte de políticas públicas que garanticen la plena inclusión de las mujeres al fútbol, campo guardado celosamente por décadas, solamente a los hombres.

Relevamiento de la Práctica

Con el fin de aportar un diagnóstico pormenorizado acerca de las distintas formas de discriminación que existen en el deporte, dando cuenta de los desafíos que tienen por delante las instituciones deportivas argentinas, así como también identificando aquellos avances en materia de inclusión y diversidad, desde el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), en articulación con la Secretaria de Deportes de Nación, se llevó adelante el Relevamiento Federal por un Deporte Igualitario.

Este relevamiento federal permitió conocer datos sobre el fútbol femenino en nuestro país. Dado que respecto a la pregunta que indagaba acerca de cuáles eran los deportes más practicados por las mujeres en las entidades que completaron el formulario: el 55% de los clubes relevados contestó que las mujeres juegan al fútbol 11, constituyéndose así en el deporte con más menciones.

Esto, resulta interesante de analizar en relación a la coyuntura política y social que contribuyó a la visibilización de este deporte.

En el año 2019 las futbolistas consiguieron, luego de intensos años de lucha, la profesionalización de una parte de la actividad, lo cual mejoró notablemente las condiciones, pero no logró equiparar las condiciones de trabajo a los varones. Se trata de un primer paso, valorable sin dudas, a partir del cual trabajar de cara a multiplicar su alcance y mejorar las condiciones.

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