La Copa Mundial de Fútbol de 1978 se disputó en la Argentina, un país que había sufrido dos años antes un golpe de Estado y era gobernado por representantes de las Fuerzas Armadas. El gobierno había desplegado desde su primer día un aparato de represión ilegal que incluía, entre otras cosas, el asesinato, la tortura y la desaparición forzada de personas. El evento fue utilizado tanto por el gobierno argentino para hacer propaganda, como por organizaciones de derechos humanos para dar a conocer detalles del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional.
Reorganización Nacional
Antes del comienzo del Mundial, el intendente de Buenos Aires Osvaldo Cacciatore aceleró la erradicación de algunas villas miseria de la ciudad y el traslado de sus habitantes de la villa 31para no mostrar la pobreza social-
«Para mí, una de las cosas más importantes es que el periodismo de Holanda haya mostrado en vez del mundial, la marcha de las Madres, porque era jueves y ahí nos conoció el mundo. Yo creo que eso fue un cimbronazo muy grande para las Madres porque inmediatamente las mujeres de Holanda nos escribieron y nos dijeron ‘estamos a su disposición’, y ellas juntaron el dinero para que tengamos la primera casa»
El Mundial 78: cuando la dictadura puso al fútbol al servicio del terror
Como en otros regímenes autoritarios, el deporte sirvió para ocultar los crímenes del Estado. El título de una Copa del Mundo marcada por la corrupción y la muerte se concretó a metros de la ESMA.
“Mientras se gritan los goles, se apagan los gritos de los torturados y de los asesinados”. La frase es de Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, en el documental La Historia Paralela, y no hace otra cosa que reflejar lo que significó el Mundial de 1978, disputado y ganado por Argentina mientras el país vivía su noche más oscura.
Sin dudas, la propaganda es uno de los instrumentos más importantes que tienen los gobiernos dictatoriales para publicitar su ideología. Y, en ese sentido, el deporte siempre fue una herramienta útil para ocultar –por un rato- maniobras políticas ilegales.
Los gritos de gol en el Monumental y los festejos ante cada triunfo que acercaba a la Selección a la final del Mundial parecían tapar aquellos gritos desgarradores de quienes, a menos de 1000 metros de allí, en la ESMA, sufrían en lo más cruel de la palabra las torturas de la dictadura militar más sangrienta que vivió Argentina.
Así lo refleja el libro “La vergüenza de todos”, de Pablo Llonto, hubo deportistas detenidos Daniel Schapira, tenista desaparecido, el atleta Miguel Benacio Sánchez y el futbolista Claudio Tamburrini. Que era arquero de Almagro y estudiaba filosofía cuando lo secuestró un grupo de tareas de la Fuerza Aérea en 1977. El de Miguel Sánchez que Era un maratonista y fue secuestrado en su casa de Berazategui en 1978.
En este Mundial, la dictadura gastó 700 millones de dólares, una cifra sideral y envuelta de corrupción, 400 mas que lo se gasto en el mundial de España 4 años después. Lo primero en crearse fue el Ente Autárquico Mundial 78 (EAM 78), que les facilitaba a los militares el control absoluto del torneo. El primer presidente fue el general Omar Actis, del Ejército y enfrentado con Carlos Lacoste –un íntimo de Emilio Massera, de la Armada e integrante de la Junta-.
Fue Lacoste quien finalmente terminó controlando el EAM 78 ante la sospechosa y nunca esclarecida muerte de Actis en 1976, en un hecho que se trató de atribuir oficialmente a la guerrilla pero sobre el que siempre sobrevoló la sombra de Massera.
Eso favoreció el gasto millonario en el que se incluyó la remodelación total del edificio de ATC, como también la terminación de los estadios de River, Vélez y Rosairo Central y la realización de los estadios de Córdoba, Mar del Plata y Mendoza.
Pero la corrupción de la Junta Militar no terminó allí. Aunque nunca se pudo demostrar, la goleada 6-0 a Perú en semifinales manchó la historia de los mundiales de la FIFA. Tras el triunfo de Brasil (3-1 a Polonia), Argentina necesitaba más de tres goles de diferencia para avanzar a la final, contra Holanda en el Monumental.
Y en Rosario consiguió goles de sobra. Ninguno de los jugadores peruanos admitió coimas, aunque sí un hecho curioso: la intimidante aparición de Videla en el vestuario antes y después del partido. Un dato más: 15 días después de aquel partido, el gobierno le otorgó al país vecino una donación no reembolsable, algo también documentado en La Historia Paralela.
Nadie podía negar que Argentina tuviera un seleccionado capaz de salir campeón; muchos de sus jugadores, entre ellos Kempes, Bertoni, Fillol y Passarella, brillarían luego en todo el mundo.
Pero también es clarísimo que ese Mundial le sirvió a la dictadura militar para que durante ese tiempo nadie hablara de otra cosa que no fuera de fútbol.
Y se convirtió también en uno de los capítulos de la historia más oscura de Argentina. Esa que ni los gritos de esos goles hoy pueden acallar.
La Junta Militar integrada por Videla, Emilio Massera (a cargo de la Armada) y Orlando Agosti (de la Fuerza Aérea) ingresó al palco oficial a las 13.30 para la inauguración del mundial 78. En esa misma inauguración el estaban el Cardenal Juan Carlos Aramburu y el Cardenal Pio Lagui. Lo que muestra la complicidad del golpe militar civil y eclesiástico-
También FIFA, con Joao Havelange, y su par de la AFA, Alfredo Cantilo, uno y otro a ambos lados de Videla, y el cardenal porteño Juan Carlos Aramburu.
Bonadeo es Mundial: 6 goles y mil sospechas
El partido en el que Argentina goleó a Perú para acceder a la final de la competencia en 1978 estuvo lleno de suspicacias y los testimonios así lo ratifican. Pero todas las suspicacias explotaron en aquel recordado partido ante Perú, en lo que fue la última fecha de la fase semifinal. El que sumaba más puntos y tenía mejor diferencia de gol clasificaba para jugar por el título. Como Brasil superó 3-1 a Polonia, Brasil obligó a la Argentina a ganar por una diferencia de cuatro goles o más. Parecía imposible. Todo un país estaba expectante: ¿habría milagro?
Perú fue el gran equipo de la primera fase; le había ganado Escocia, a Irán y empató con Holanda. Ganó su grupo y clasificó para jugar con la Argentina. Un equipo que venía jugando muy pero muy bien. Mientras que la Albiceleste venía de dos victorias y una derrota y empezaba a tener un gran protagonismo Mario Alberto Kempes.
El encuentro se jugó y Perú cayó 6 a 0. En las horas posteriores empezaron a aparecer los datos muy poco relevados por la prensa en ese momento. Por ejemplo, el envío de barcos a Perú con granos, gratis, de parte de la dictadura. ¿Quiere decir que se arregló un partido? No, pero es un dato a considerar.
Una bomba en la casa de Juan Alemann, periodista que se había manifestado en contra de la realización del Mundial. En más de una oportunidad, dejó en claro su teoría al respecto: «Me pusieron una bomba en mi casa, justo en el momento del cuarto gol de Argentina contra Perú. El que armó el operativo sabía que Argentina iba a ganar por más de 4 goles, que es lo que necesitaba para clasificar».
Fue recién en septiembre de 2017 que la Secretaría de Presidencia entregó al Archivo Nacional de la Memoria cajas de documentos que permanecieron en el depósito patrimonial de la Casa Rosada, en un edificio ubicado en la calle Perón, entre la avenida Leandro Alem y 25 de Mayo. Se trata de dos mil metros lineales de material del EAM 78 (legajos de personal contratado, archivos administrativos, planos de las obras realizadas, expedientes de compras y contrataciones) que podrán confirmar o revelar las cuentas que llevan 40 años haciéndose.
Aquellos días previos al Mundial, el extitular de Hacienda optó por hablar con los medios de comunicación, cansado de no poder controlar los gastos de su secretaría. El Ente Autárquico Mundial, a través del decreto 1261/77, disponía de fondos de libre disponibilidad, basado en “razones de urgencia”, y gozaba de “reserva en la difusión de sus actos”. Así llegó a gastar diez veces más de lo presupuestado originalmente.
.El Mundial en Argentina costó cerca de 521.494.931 de dólares, casi un 350 por ciento más que los 150.000.000 de dólares que demandó la organización de España ‘82
Gastos sin control
“La Junta Militar tomó la decisión de realizar el Mundial en base a información que consignaba que el costo de las obras se ubicaría en torno a los 70 y 100 millones de dólares. Y dudo que la Junta hubiera adoptado la misma decisión si sabía que todo esto llegaría a costar 700 millones dólares”, salió a decir Alemann por aquellos días.
Corrían los primeros meses del ‘78 y la polémica se instaló en todos los medios. El 10 de febrero, el diario La Nación llegó a publicar un editorial sobre el tema y días más tarde la Revista Somos, de Editorial Atlántida, que operó abiertamente en favor de la dictadura, le dedicó una tapa en su edición N° 74 con el título: “¿El Mundial es mal negocio?”.