Editorial: No hay más margen de error

Por Roberto Chuchuy.

Juan Grabois – María Paula Abal Medina VERSUS  Sergio Massa-Agustín Rossi, he ahí el gran dilema. En la fila peronista- kirchnerista,  se debe evaluar la posibilidad de que la política tenga la opción de elegir entre Massa y Grabois, y es menester, en esta instancia, ponderar correctamente.

Podría el kirchnerismo, haberse negado, pero lo acepto.

Es una decisión inteligente, de cuyo resultado se pueden sacar importantes conclusiones. Si la cosecha de votos es abundante, podrá marcar agenda. De caso contrario, si es modesta será apenas una anécdota, pero los sectores jóvenes y los más humildes, que tienen fe en las organizaciones sociales, tienen esa opción de elegir y no escapar votando al candidato de ultra derecha Javier Milei.

En ese marco no se puede decir que es lo mismo que el presidente sea Sergio Massa o Horacio Rodríguez Larreta o Patricia Bullrich.

No es ni siquiera parecido, porque hay algo que los hace diferentes, en esta especial coyuntura. Y es que al frente Unión por la Patria lo conduce Cristina Fernández.

Esto no es una minucia, y es que ella ejerce el liderazgo de un movimiento nacional, popular y progresista, porque el

Frente de Todos, ahora es el Cristinismo y el Frente Renovador.

Hoy no tenemos una segunda oportunidad para volver a cometer errores. Ya no son tres patas las que conforman este frente, son básicamente dos.

Y la diferencia entre Sergio Massa y Alberto Fernández, es que Sergio Massa hace política, sabe hacerlo y sabe construir poder, mueve las piezas con precisión y sabe fortalecerse a partir de lo construido, pero Alberto Fernández fue toda la vida un rosquero, un operador, y gobernó de la misma manera, como operador, mientras Sergio Massa construía poder y de hecho terminó consolidándose como candidato.

El Cristinismo es el emblema en la defensa de lo nacional y popular, razón por la cual intentaron asesinarla.

Cristina es muy diferente de la derecha cavernaria históricamente en todas sus variantes; con el poder oligárquico.

Es casi una falta de respeto, no solo a la conducta de Cristina sino al conjunto de la militancia.

Eso no significa que no se cometan errores o que no se discutan ideas y programas, pero son errores dentro de un rumbo donde se sostiene una agenda de progreso social, Derechos Humanos, y distribución de la riqueza.

Hay que fortalecerla desde adentro, no esmerilar desde afuera.

Enfrente nuestro están los monstruos afilando la guillotina. Supongo.

Si gana la derecha, al otro día de asumir, estará en operaciones tanto económicas como políticas, para desestabilizar a Buenos Aires y eyectar a su gobernador.

Tragarse la provincia y cargarse a Kicillof es el bocado más apetecido.

Y en la volteada, con la ayuda de la Corte Suprema amiga, van a ir por otros territorios emblemáticos del kirchnerismo. A saber: Chaco, Formosa, La Rioja, Santa Cruz, Santiago del Estero y Tucumán. Ese es el contexto real existente. Cuidado con esto.

Cristina Fernández o Amado Boudou, por eso Axel o Wado son -además- cuadros estratégicos de nuestro espacio, a los cuales hay que garantizar el mejor marco institucional y económico para que puedan avanzar en la representación de los intereses populares.

La política no es una obra de teatro de una sola escena, donde lo que nos gusta debe suceder si o si; es un hecho colectivo como dicen Wado y CFK.;

La política se construye ladrillo sobre ladrillo, con paciencia “porque no hay cosa más sin apuro que un pueblo haciendo su historia”. Entender el momento es la parte del camino que hace historia.

Después de las elecciones, si gana Sergio Massa, tendrá que privilegiar la búsqueda de consenso, porque él será quien tenga la ultima palabra, y está bien que así sea.

Pero deberá recordar, lo que Cristina le pidió, y fue una relación sincera y de frente, no por operaciones.

De ganar Unión por la Patria tendrá una nueva oportunidad y no se puede dar el lujo de cometer los mismos errores que ya se cometieron. Las fuerzas que lo integran, tienen que ser conscientes de que son eso: Una parte, y no el todo, porque ninguna de las dos partes puede llegar a consolidar un todo.

Para sintetizar, si gana Unión por la Patria, tiene que enterrar la lógica con la que gobernó Alberto Fernández, de ir a perforar espacios y la lógica de creerse que llegó su momento y su etapa.

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