EDITORIAL: El desafío de la unidad y estabilidad política en Argentina

Sin importar el resultado electoral del tercer domingo de octubre, el peronismo en sus diferentes variantes, incluyendo a los gobernadores, los presidentes de los partidos justicialistas provinciales, las organizaciones sindicales y las organizaciones sociales, como La Cámpora o el kirchnerismo, deberán trabajar conjuntamente.

Si ganaran las elecciones generales, Cristina ya anunció que formará un gobierno de coalición, incluyendo al Frente Renovador, La Cámpora o el kirchnerismo, seguramente el albertismo, y las organizaciones sociales y sindicales. Esto es importante para tener coherencia en el gobierno, y si los resultados fueran adversos, mantener la unidad y no repetir los errores del pasado, como cuando muchos peronistas se pasaron al macrismo.

Es fundamental repensar el peronismo como un movimiento nacional y popular, donde no solo los legisladores nacionales, sino también los gobernadores se sientan parte de las decisiones políticas. No se trata de poner gobernadores con mandato cumplido que solo busquen cargos en el ejecutivo, sino de mantener el concepto ideológico del peronismo y evitar divisiones y oportunismos.

La unidad del movimiento es esencial para evitar maniobras políticas y extorsiones, como ocurrió en el pasado con la Liga de Gobernadores en el menemismo.

Recientemente, el oficialismo ha tomado un giro en la alternativa electoral que refuerza esta idea. Esto se refleja en el precio de los activos privados argentinos, que muestran una tendencia creciente, aunque con algunos altibajos.

Sin embargo, las políticas públicas implementadas deben tener un sólido respaldo político, y la fragilidad social y las protestas callejeras pueden poner límites a la estabilidad. Un ejemplo es Jujuy, que debería considerarse como un caso de referencia.

Los inversores ven oportunidades de crecimiento en el sector privado que no están necesariamente relacionadas con la capacidad de pago y el riesgo del gobierno. Aunque puedan surgir oportunidades de negocios, la evolución del riesgo país y los valores de los bonos anticipan cimbronazos y eventuales renegociaciones de pasivos del sector público.

Argentina convive con un tipo de cambio real oficial que la coloca en una situación de extrema vulnerabilidad. El dólar oficial actúa como un ancla real y distorsiona la economía, siendo objeto de constantes intervenciones. Esto afecta a los exportadores y favorece a los importadores que eluden restricciones cuantitativas.

La estabilización de la economía será un desafío complejo para la nueva autoridad. Solucionar la multiplicidad de tipos de cambio y el atraso cambiario real es central para el futuro económico del país.

Es probable que, en los próximos 12 meses y en un contexto controlado, haya una devaluación del peso (tipo de cambio oficial) por encima de la inflación, acercándose a otras cotizaciones del dólar de referencia. Esto podría generar una ventana de tiempo con una paridad cambiaria más competitiva.

El compromiso político y social es fundamental para enfrentar los desafíos que se avecinan. Todos los actores, tanto los gobernantes actuales como los futuros, así como la sociedad en general, deben asumir una responsabilidad inédita para aprovechar las oportunidades y construir un futuro mejor para el país.

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