De la ilusión inicial a la derrota irrefutable. Los rostros de los militantes se entristecieron mientras Massa deslizaba su salida de la vida política y reconocía la derrota. La irrupción de Milei desde el búnker oficialista.
Las elecciones 2023 dieron su veredicto y el anarcocapitalista Javier Milei será el presidente de Argentina a partir del 10 de diciembre. En el búnker de Unión por la Patria la desolación se precipitó cuando llegaron los primeros telegramas. La sensación de no haber podido resguardar la democracia del negacionismo y el salto al abismo. Sergio Massa anticipó un retiro de la vida política y sembró la duda sobre el armado de la futura oposición, pero particularmente del peronismo.
«Se complicó mucho en el Centro. Hay que esperar un milagro de la provincia de Buenos Aires, sacar 20 puntos de diferencia», señalaba apenado un vocero de campaña del oficialismo cuando el escenario se complicaba y el optimismo crecía en La Libertad Avanza. La brecha de 20 puntos para revertir el desastre en el resto de las jurisdicciones nunca llegó. De hecho, Massa apenas ganó por un punto en el territorio que comanda Axel Kicillof. Ni los más pesimistas lo imaginaban.
En la apertura de las puertas del búnker, los primeros comentarios indicaban cautela y un sesgo optimista. Todo se derrumbó con el pasar de las horas. La festividad de las inmediaciones del Parque Los Andes, en el barrio porteño de Chacarita, se fue apagando a la par de los «bocas de urna» que se propagaban en redes sociales. Los datos oficiales lo confirmaron: Milei ganó en todo el país, salvo en la provincia de Buenos Aires, Formosa y Santiago del Estero. Triunfó en 20 jurisdicciones, paliza.
Massa y la carta de despedida
Con las cartas echadas, Massa decidió anticiparse para reconocer rápidamente la derrota y mandar un mensaje que sonó a despedida. «Termina una etapa en mi vida política, me pondrá en otros espacios donde siempre me van a encontrar para defender los valores centrales de la Argentina», soltó en medio de su discurso. No olvidó mencionar los pilares que sostuvieron el speech de su campaña: la defensa del sistema de seguridad en manos del Estado, de la educación y la salud pública, la industria nacional, el trabajo y las pymes. Consignas que su competidor omitió en su recorrido, pero que será motivo de otro análisis.
El ministro de Economía aprovechó el momento para marcar terreno hasta el 10 de diciembre: «Los argentinos eligieron otro camino, hay que dar previsibilidad y esa es la responsabilidad del presidente electo. Transición y recambio democrático inmediato para que los argentinos no tengan dudas acerca del funcionamiento del sistema».
Massa pidió por la convivencia democrática y la necesidad de respetar al que piensa distinto. Además, subrayó que esta elección ratificó que «Argentina tiene un sistema sólido y transparente que respeta los resultados». Por último y conectado a su previa insinuación de salida, sostuvo: «Sigo creyendo en que Argentina necesita acuerdos de política de Estado. Hay miles de argentinos que creen en estos mismos valores. Que se vengan las nuevas generaciones».
Tras su intervención, el silencio de la derrota se apoderó del lugar. La incredulidad por un escenario que era factible y lejano al mismo tiempo. De inmediato las conversaciones viraron a lo que vendrá: la idea de «pato rengo» hasta el 10 de diciembre, la cotización del dólar, las promesas fatalistas de campaña y el futuro del peronismo.
La tristeza se materializó en los rostros de los militantes que reconocieron la tarea de Massa a pesar del resultado. En tandas de 10 minutos, algunos vociferaban el clásico «No nos han vencido» para demostrar entereza y resistencia. No ocultaban el dolor de las lágrimas que se observaron.
La derrota fue doble, porque la sensación generalizada es la de haber perdido contra Milei y Mauricio Macri. Ese combo letal apagó los bombos y trompetas que se escucharon durante la tarde. Fue esa misma dupla que logró un empate técnico en la provincia más poblada del país, martillo de los comicios.
El lunes es feriado, pero el martes la economía vuelve a entrar en juego. Ahora la pelota la tienen Milei y Macri, quienes decidirán el tono de la transición más conflictiva desde la vuelta de la democracia. (Destape web)