Editorial |HISTORIA DEL 25 DE MAYO

Por Roberto Chuchuy

La crisis monárquica española con Fernando VII detenido por Napoleón Bonaparte dejó al imperio español sin un rey en funciones.

Otro antecedente son las invasiones inglesas de 1806 y 1807, donde la Buenos Aires colonial resistió la invasión de las tropas del imperio inglés, el más poderoso del mundo.

Ante la invasión, el virrey escapó a Córdoba, ganándose el repudio popular. La formación de milicias de diversa composición, desde españoles residentes hasta la participación del bajo pueblo porteño (los negros), permitió que Buenos Aires se defendiera con sus propias fuerzas.

Pocos años después, hasta 1810, el fortalecimiento del cuerpo de milicias fue sin duda uno de los causales de los sucesos de mayo.

La amenaza de usar las fuerzas de las milicias fue el elemento decisivo porque los cuerpos milicianos eran un elemento clave en el conflicto. El nombramiento de Liniers como virrey, héroe de la resistencia, sumado a la crisis monárquica, nos situó ante una doble crisis que puso en cuestión el orden colonial.

Todos estos sucesos ocurrieron en un esquema económico insostenible: el monopolio español del comercio. Esta condición de solo poder comerciar con el imperio español era problemática. España no podía proporcionar las mercancías, los barcos o los mercados requeridos por Buenos Aires, pero persistía en entrometerse entre el Río de la Plata y el mercado mundial. La economía colonial estaba, además, agujereada por el contrabando.

Estos fenómenos se enlazaron de una manera particular y desembocaron en nuestra “revolución de mayo”. Pero, ¿fue realmente una revolución?

Ese momento de la historia se abre con la revolución francesa, la norteamericana, la haitiana, y la andina con Tupac Amaru y Tupac Katari.

El cabildo abierto convocado el 22 de mayo de 1810 inició el movimiento que derivó en lo que comúnmente se denomina “primer gobierno patrio”.

Entre los presentes se encontraban funcionarios, magistrados, sacerdotes, oficiales del ejército y milicias, y vecinos distinguidos de la ciudad. De hecho, de un total de doscientos cincuenta y un participantes, sesenta y nueve votaron por la permanencia del virrey, mientras la gran mayoría se inclinó por la destitución.

Lejos también se encuentra del papel dirigente de la burguesía francesa en la Gran Revolución, donde esta acaudilló al pueblo pobre o la plebe en una gesta violenta de toma del poder e imposición de un nuevo orden que implicó también nuevas relaciones de clase.

La revolución generó pánico entre las élites criollas y peninsulares y esperanzas entre grupos de esclavos y pardos, pero los derechos de la esclavitud y el racismo perduraron. Habría que esperar al gobierno de Juan Manuel de Rosas para ver este derecho hacerse realidad.

Sin embargo, el ala más radical, encabezada por Mariano Moreno, perdió poder luego de su dudosa muerte. Los seguidores, enrolados en el “club morenista”, limitaron aún más la radicalidad de la revolución. Desde una alta literatura se pone en boca de Castelli una frase memorable que representa el derrotero del ala radical: «Somos oradores sin fieles, ideólogos sin discípulos, predicadores en el desierto. No hay nada detrás de nosotros; nada, debajo de nosotros, que nos sostenga. Revolucionarios sin revolución: eso somos. Para decirlo todo: muertos con permiso. Aun así, elijamos las palabras que el desierto recibirá: no hay revolución sin revolucionarios».

En consecuencia, adoptaremos la definición de los sucesos de mayo no como una revolución en sí misma, sino como la apertura de un proceso revolucionario independentista que tendrá elementos de radicalización, como en la Banda Oriental sobre la que luego se montará Gervasio Artigas, el caso de los gauchos de Güemes que atemorizaron a la poderosa élite conservadora salteña, y otros ejemplos que surgieron a lo largo del territorio que luego sería Argentina. Sobre estos movimientos, la clase dominante local logró consolidar el estado-nación avanzada la segunda mitad del siglo XIX.

La clase dominante ha pintado así la histórica construcción de sus privilegios como el progreso nacional. El cuestionamiento de estos privilegios está atado al cuestionamiento de sus verdades.

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