Editorial | Más que Manco, un Espanto

Por Roberto Chuchuy


Daniel Scioli demuestra una vez más su compromiso y entusiasmo por el gobierno de Javier Milei. Poco le importa haber sido candidato presidencial del Kirchnerismo en 2015, cuando Cristina Fernández de Kirchner lo eligió como su sucesor, o haber sido hasta diciembre pasado un funcionario del Frente de Todos, como embajador en Brasil.

Scioli siempre ha sido un camaleón político. En los 90 fue menemista, luego se alineó con el kirchnerismo, colaboró con Macri durante el gobierno de Cambiemos y regresó sin problema al gobierno de Alberto Fernández. En esta nueva etapa, revive su pasado menemista, dejando claro en cada oportunidad que se siente cómodo formando parte del oficialismo y aprovechando para ganarse los elogios de Milei.

El último jueves, en una entrevista con Pablo Rossi en La Nación Más, el secretario de Ambiente, Turismo y Deportes de la Nación elogió al presidente Javier Milei. Scioli afirmó con toda claridad que, en una sociedad donde el 50% de la población es indígena, Milei merece el premio Nobel de Economía. Estas declaraciones sorprendieron al periodista y generaron una fuerte reacción.

La crítica no tardó en llegar desde todos los sectores del campo nacional y popular. Mayra Arena, consultora y dirigente política, cuestionó con dureza al exgobernador bonaerense y actual secretario de Turismo, Ambiente y Deportes de la Nación. «No puedo parar de putearlo», expresó con indignación, repudiando la incorporación de Scioli al gabinete de Javier Milei.

Al hablar de Scioli, Arena manifestó: «Es un hijo de la gran puta que ahora tiene su nombre completo y no lo podemos cagar a piñas porque le falta un brazo. No lo puedo cagar porque le falta un brazo», repitió con vehemencia. La militante recordó que Scioli soportó humillaciones y traiciones a lo largo de su carrera, pero ahora ha dado la razón a sus detractores al unirse a Milei, mostrando que nunca creyó en nada y desprotegiendo la justicia social.

Desde nuestra redacción, destacamos que este tipo de traición no es nueva en la política argentina. Juan Carlos Romero llegó con los votos de Cristina en 2007 y, una vez en el Senado, se unió de inmediato a Macri. Pablo Outes, Yolanda Vega y Pamela Caletti llegaron con los votos del PJ y ahora apoyan a Milei . La metamorfosis política de Scioli es solo un ejemplo más de cómo algunos políticos se adaptan al poder, sin importar sus principios o promesas anteriores.

Por lo menos, así lo veo yo.

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