Al RIGI lo vivimos con Rivadavia

No dejarán en bola y sin patria

En 1806 y 1807, los soldados argentinos, mal armados y utilizando piedras, agua y aceite hirviendo, lograron dar de baja a 2.800 de los 5.000 soldados del ejército inglés durante sus intentos de invasión a nuestros territorios. Ante la resistencia y la furia del pueblo, los ingleses finalmente se rindieron.

La oficialidad inglesa se refugió en la Iglesia de San Francisco, donde el padre prior fray Francisco Leiva los ocultó, sabiendo que si la multitud los encontraba, serían sacrificados inmediatamente. Sin embargo, figuras como Saturnino Rodríguez Peña y Manuel Aniceto Padilla, miembros del Cabildo de Buenos Aires y de la logia masónica, se pusieron al servicio de Gran Bretaña, convencidos de que esta era la potencia a seguir. El pueblo, ignorando estos «cantos de sirena», los enfrentó y venció, obligando a Rodríguez Peña y Padilla a refugiarse en el imperio portugués de Brasil.

La diplomacia inglesa, al no poder vencer por las armas, recurrió a los Pueyrredón, los Rivadavia y los Mitre, representantes de los comerciantes porteños, para tomar el control del puerto y su aduana, disputados también por las estancias y saladeros de los Anchorena. En agosto de 1816, 16.000 soldados del imperio portugués, bajo la conducción del barón Carlos Federico Lecor, invadieron la Provincia Oriental del Uruguay, con la complicidad de los comerciantes porteños y la intervención del embajador inglés en Río de Janeiro.

José Gervasio de Artigas, caudillo de la Mesopotamia, dividió sus fuerzas: una parte, bajo el mando de “Pancho” Ramírez y Estanislao López, enfrentó a los porteños y la otra, a los portugueses. Aunque Ramírez y López vencieron a los porteños en la Batalla de Cepeda, Artigas fue derrotado. Luego, acordaron el Tratado de Pilar con el puerto de Buenos Aires y sus intereses alineados con Inglaterra, que necesitaba alimentos baratos para sus trabajadores industriales. Este mismo patrón se repetiría 42 años más tarde con el Tratado de San José de Flores entre Urquiza y Mitre.

¿Qué tiene que ver eso con la dependencia de hoy?

Hoy la dependencia no es con Inglaterra y sus comerciantes, sino con conglomerados económicos y fondos de inversión que administran activos por cientos de millones de dólares. Estos no se presentan como ejércitos invasores, pero sí como portadores de progreso y modernidad, propiciando que Argentina provea alimentos, forraje, energía, oro, cobre, litio y otros minerales, convirtiéndola en una mera factoría exportadora.

La ley «Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos» incluye el Régimen de Inversión de Gran Impacto (RIGI), que otorga beneficios a sociedades anónimas extranjeras y locales con inversiones de 200 millones de dólares en adelante. Entre las ventajas se encuentran la ausencia de controles sobre el origen de los fondos, estabilidad fiscal por 30 años, libre disponibilidad de divisas a partir del cuarto año y la posibilidad de exportar sin pagar derechos de exportación.

Además, las empresas que se adhieran al RIGI tendrán una disminución del impuesto a las ganancias del 35% al 25%, podrán importar bienes de capital sin especificar si deben ser nuevos o usados y obtendrán certificados de crédito fiscal para no pagar IVA. Asimismo, estas empresas pueden demandar al Estado argentino ante tribunales internacionales si no están satisfechas con los fallos locales.

El Senado de la Nación incorporó en el artículo 174 el compromiso de que las empresas contraten proveedores locales por al menos el 20% de la inversión total. Sin embargo, el artículo 162 afirma que cualquier norma o acción que limite, restrinja, vulnere, obstaculice o desvirtúe los proyectos aprobados será nula de nulidad absoluta, obligando a la Justicia a impedir su aplicación.

A pesar de su aprobación con mayoría simple, la Cámara de Diputados puede rechazar la ley con la misma mayoría. Esta situación pone en evidencia la pasividad de la CGT y la falta de compromiso de los dirigentes políticos del campo nacional y popular para denunciar que este gobierno es funcional al capital transnacional.

Argentina se ha endeudado hasta abril de 2024 por 43.383 millones de dólares, una deuda utilizada para enriquecer a una minoría rentista a costa del pueblo argentino. Este modelo extractivista paga el endeudamiento del gobierno anterior y protege el dinero de los inversores, perpetuando un sistema de ganancia para unos pocos y empobrecimiento para las mayorías.

La represión a los sectores más conscientes de la población demuestra que la dictadura militar de 1976 ha dejado una profunda huella. La defensa de Jorge Rafael Videla por parte de la Vicepresidenta de la Nación ilustra el grado de desconocimiento y la ignorancia en la que nos encontramos.

Fuente: Horacio Rovelli – Diarios Nacionales

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