La Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) está situada en la Avenida del Libertador, en el centro de la capital argentina, y el Estadio Monumental —el enorme estadio modernizado antes de la Copa Mundial de la FIFA de 1978— está a pocas cuadras. Todos los que circulaban por esa zona eran supervisados a punta de pistola por los militares.
La FIFA le había dado a Argentina el Mundial 78, pasando por alto el gobierno militar del país y la «desaparición» de 30,000 personas.
A pesar de estar tan cerca de donde se celebró el evento, ningún fotógrafo, periodista ni jugador extranjero pudo atravesar las puertas de la ESMA.
La situación en la ESMA no se modificó.
Los detenidos, golpeados y desnutridos, fueron obligados a festejar con sus torturadores. El histórico trofeo de la Copa Mundial también representaba una inmensa victoria política para la dictadura militar. Jorge Eduardo Acosta, «el Tigre», entró en un estado frenético. «¡Ganamos, ganamos!», gritaba, y tomaba de las manos a sus detenidos y los besaba.
Arturo Illia y la Elección de la Sede del Mundial
La FIFA había elegido a Argentina como sede del Mundial de 1978 en julio de 1966. Una semana antes de la decisión, el gobierno de Arturo Illia había sido derrocado por Juan Carlos Onganía.
A comienzos de 1976, el general Omar Actis fue designado para dirigir el Ente Autárquico de la Copa Mundial de Argentina, tarea que los militares habían delegado en la Marina. Actis no tardó en plantear su preocupación por el rápido crecimiento del gasto público, pero fue asesinado el 19 de agosto de 1976, mientras se dirigía a una conferencia de prensa donde criticaría públicamente la «generosidad y el despilfarro económico» de la Copa Mundial. La culpa por el asesinato recayó, obviamente, sobre los Montoneros, pero las miradas cambiaron rápidamente en dirección al régimen militar, y especialmente a Emilio Massera, comandante en jefe de la Marina y artífice fundamental de la ESMA.
El sucesor de Actis, Carlos Alberto Lacoste —protegido de Massera— no tuvo problemas a la hora de abrir el tesoro, que fue utilizado para una rápida lavada de cara de las ciudades de Buenos Aires, Córdoba y Mendoza.
Gastos y Manipulaciones
Nuevos caminos, estadios y lujosos hoteles albergarían a los jugadores, hinchas y periodistas de otros países. Al final, Argentina gastó cerca de 520 millones de dólares en el campeonato, casi el doble de lo que había gastado España en 1982.
Al final, solo un jugador boicoteó el Mundial de 1978 por motivos políticos: el ganador de la Copa de 1974 de Alemania Occidental, Paul Breitner.
El Mundial de 1978 en Argentina califica como una de las manipulaciones del deporte más significativas de la historia, comparable con lo que Hitler hizo de las Olimpiadas de 1936, celebradas en Berlín.
Los Palcos Mundialistas de la Junta Militar
Videla, Massera y Agosti ocuparon palcos en el Mundial 78. Fueron acompañados por mandos de la Iglesia, como Juan Carlos Aramburu, arzobispo de Buenos Aires, y Pio Laghi, delegado papal, como muestra de apoyo de la iglesia católica con el golpe militar, también funcionarios y autoridades internacionales del fútbol.