Las recientes elecciones en Venezuela han puesto de manifiesto la fragilidad de los sistemas electorales del país, lo que podría dar lugar a un nuevo giro en la historia venezolana, desde el proyecto iniciado por Hugo Chávez en 1999.
Desde entonces, Estados Unidos ha intentado, por diversos medios, provocar el derrocamiento de los líderes venezolanos. El intento de golpe de estado en 2002, el paro petrolero, y la violencia callejera conocida como las «guarimbas» en 2014 y 2017, son algunos ejemplos de estas maniobras. A pesar de estos esfuerzos, el gobierno venezolano ha logrado mantener su posición.
El fallecimiento de Hugo Chávez en 2013 no detuvo el proceso. Bajo el liderazgo de Nicolás Maduro, el país ha enfrentado numerosos desafíos, incluyendo intentos de asesinato y desembarcos mercenarios que resultaron en fracasos rotundos para los agresores.
En 2015, el entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, emitió una orden ejecutiva que declaraba a Venezuela como una «amenaza excepcional e inminente a la seguridad nacional de los Estados Unidos». Esta declaración fue seguida por una serie de sanciones económicas que aumentaron las tensiones dentro del país.
Durante la administración de Donald Trump, las restricciones se intensificaron con la emisión de 935 medidas coercitivas unilaterales. Estas sanciones tenían como objetivo principal apoderarse de las inmensas reservas petroleras de Venezuela. A pesar de la reducción de sus exportaciones al 1% en 2019, Venezuela ha comenzado a recuperar su producción de petróleo con la ayuda de China, Rusia e Irán.
Durante la pandemia de COVID-19, tanto Venezuela como Cuba enfrentaron dificultades para recibir insumos médicos debido a las sanciones. Sin embargo, Venezuela ha logrado estabilizar su economía en los últimos dos años, reduciendo la inflación a un dígito y asegurando el autoabastecimiento alimentario.
Estados Unidos ha contado siempre con la colaboración de los medios y las oligarquías de los países latinoamericanos y caribeños, e incluso con el oligopolio mediático existente en España. La derecha derrotada es una gran noticia para el futuro de América Latina y el Caribe, porque la revolución bolivariana sigue siendo un puntal fundamental en los procesos de integración.
Con Venezuela aprendiendo de los errores del pasado, se abre una perspectiva muy interesante, luminosa en cierto sentido, para los países de la región. Para el gobierno argentino, demuestra los límites que puede tener un proyecto basado en el atropello de las libertades públicas, de la democracia, la utilización de la presión de la extorsión y todos los elementos que han caracterizado la gestión gubernamental de Milei en Argentina.
El reciente posteo de Kamala Harris, candidata presidencial de Estados Unidos, en el que se menciona la necesidad de un diálogo entre Estados Unidos y Venezuela, señala la urgencia de avanzar hacia un acuerdo de políticas económicas a partir de la jura del nuevo gobierno en Estados Unidos, sin importar quién sea el próximo presidente.