Día del Niño y la Pobreza

El Día del Niño se celebra desde 1954 «para fomentar la fraternidad y promover el bienestar infantil». Sin embargo, desde que se instituyó esta fecha, las infancias continúan siendo vulneradas. El trabajo infantil y las redes de trata con fines de explotación sexual o laboral siguen en aumento. La reciente desaparición de Loan Peña en Corrientes muestra, una vez más, la vulnerabilidad de los niños. Como vemos, la fecha establecida por la ONU para proteger a los niños y niñas está lejos de lograr su objetivo en un sistema que mercantiliza todo.

Desde el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, a través de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF), se aceptó el cambio de nombre durante el 2020, de «Día del Niño» a «Día de la Infancia».

Mientras tanto, se niega el acceso a la vivienda, a la educación, a la salud y al trabajo en las familias trabajadoras. El gobierno de Milei no toma medidas frente a la crisis económica, desentendiéndose de la responsabilidad directa de que hoy 7 de cada 10 niños, niñas y adolescentes estén en situación de pobreza. Un millón de niñas y niños se van a dormir sin cenar, reflejo de la crisis económica que enfrentan muchas familias por la falta de trabajo y la precarización laboral. Incluso, trabajadoras y trabajadores registrados son pobres y no logran cubrir la canasta básica. Ante esta situación, 1.5 millones de niños saltan alguna comida durante el día.

La situación es crítica: se estima que el 70% de los niños en Argentina vive en condiciones de pobreza, y un 30% de estos se encuentra en pobreza extrema. La crisis no solo afecta la alimentación, sino también el acceso a servicios básicos como la salud, donde una de cada cuatro familias ha dejado de comprar medicamentos para sus hijos.

El informe también destaca un cambio en la dieta de los niños, con un aumento en el consumo de alimentos de menor valor nutricional, como fideos y harinas, mientras que se reduce la ingesta de carne, frutas y verduras. Esta tendencia se debe a la incapacidad de muchas familias para costear alimentos nutritivos, lo que agrava aún más la situación de salud y desarrollo infantil.

En nuestro país, el trabajo infantil aumenta en las provincias más pobres (como Formosa, Chaco, Tucumán o Salta). Las corporaciones agrarias e industriales son quienes se benefician de esta situación. En las zonas rurales, las cifras son casi el doble, como es el caso del NOA, donde el 20,1% de los niños y niñas realizan actividades productivas. La actividad productiva se intensifica entre los adolescentes de 16 y 17 años: el 31,9% del total del país realiza al menos una actividad productiva, mientras que en las áreas rurales lo hace el 43,5%.

Al igual que con los más pequeños, son las regiones del NOA y NEA donde la incidencia del trabajo productivo es mayor entre los adolescentes (36,8% y 33,4%, respectivamente). Sin contar cómo la pandemia ha modificado la vida de todas estas familias.

La falta de alternativas laborales y sociales lleva a que las madres y padres deban admitir el trabajo de sus hijos como una forma de garantizar la supervivencia del grupo familiar. El 12 de junio se estableció como el Día Internacional contra el Trabajo Infantil, una manera de poner en agenda esta problemática, pero sin ninguna medida concreta para garantizar que los niños, niñas y adolescentes tengan derecho a una vida digna. Un millón de niñas y niños se van a dormir sin cenar.

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