Editorial | La oposición no se declama

Por Roberto Chuchuy

A través de las editoriales en este programa, vengo sosteniendo que la dictadura de 1976 fue complaciente por el miedo instalado en la sociedad por la dictadura militar, por los secuestros, los asesinatos y la represión. En ese periodo, la sociedad fue complaciente con el silencio, pero fundamentalmente con el miedo.

El miedo que había instalado la represión militar, que podían golpearte, matarte, vejarte, violarte, como ha ocurrido, y ese miedo está instalado. Así pasaron los siete años con una sociedad complaciente con la dictadura militar, pero por el miedo. Y hoy ese silencio está lleno de gritos, y me parece que esta es la realidad de la oposición.

Y me pregunto por qué. ¿Por qué este gobierno, con la ley de base y el DNU vigente, con una política económica que no cambió desde que comenzó, con un ajuste salarial demencial, con una desocupación que avanza, con un recorte del Estado criminal y sádico, con un desempleo en el sector privado y en el público que va creciendo día a día, avanza con tranquilidad? Con mucha tranquilidad montada por los medios económicos de comunicación, particularmente con el diario Clarín y La Nación, y todos sus medios satélites, que para Clarín representan más de 200 radios y televisiones a lo largo y ancho de nuestro país.

La gente ya no sabe cuánto va a necesitar para cubrir sus necesidades básicas de alimentación durante el mes, y ni hablar de los servicios públicos con tarifas impagables. Ya algunos sectores y personas no quieren que este gobierno siga, quieren que este gobierno se vaya, pero no es por eso nuestra responsabilidad. Sin embargo, tenemos que empezar a preguntarnos por qué no encontramos alguna respuesta a por qué se le puede poner límite a este gobierno.

No hay respuesta por ahora, pero hay que ponerle un límite a este gobierno, que está avanzando y destruyendo la capa social de la clase media. Este gobierno, que es un gobierno que pudo tener la ley básica votada por ambas cámaras, con arreglos, entre comillas, con Coima por un lado, con Dádiva por otro lado, con arreglo espurio, lo que quieran, pero tienen esa ley para construir este despojo social que los argentinos estamos viviendo. Mientras tanto, la oposición parece que no tiene otro límite que la discusión parlamentaria.

Es verdad, a la fecha no existe otra discusión que los temas que se discuten en la Cámara de Diputados de la Nación y en el Congreso de la Cámara de Senadores de la Nación. Es decir, la oposición solamente se percibe en los debates parlamentarios y en algunos medios de comunicación. Porque, en realidad, tenemos una oposición que hoy está dividida en tres grandes características.

Un sector de la oposición entiende que hay que esperar que la sociedad comience a movilizarse y a organizarse a partir de cómo es violentada por la quita de sus derechos, porque no le alcanza para llegar a fin de mes. Cuando esa sociedad comience a emerger a partir de esa opresión y a partir del recorte, entonces ahí aparece la dirigencia política para tratar de conducir el reclamo. Digamos que esto es una parte de la oposición. Pero el tiempo es un privilegio para aquellos que pueden esperar.

No todos pueden esperar. ¿Quiénes son los que pueden esperar? Los que tienen trabajo, los que tienen buen salario. Ellos pueden esperar.

La mitad de los argentinos vive en una pobreza que no puede esperar. Sin embargo, hay sectores de la oposición que dicen que hay que esperar. Hay otro sector de la oposición que entiende que la estrategia política de estos tiempos no es resistirle a Milei, sino que hay que construir una estrategia electoral que les permita ganar las elecciones parciales del próximo año, las elecciones de medio término, y después de esas elecciones, pensar en una elección presidencial a dos años más adelante.

Algunos piensan que hay que prepararse para ganar la elección de medio término el próximo año y, a partir de allí, construir un candidato presidencial y esperar los cuatro años para que se vaya este gobierno por la vía que corresponde, por la vía de la democracia. La pregunta es, ¿se puede construir un futuro político y trabajar en lo que viene sin leer el presente? La verdad es que es dudoso.

No sé si habrá tiempo para seguir esperando, pero la oposición existe y también tiene que hacerse cargo mientras tanto. Pero hay otro sector que se dice oposición, pero no lo son; no son opositores. Son los radicales y un sector del peronismo, un sector que dice, bueno, pero hay que contribuir con algunos gobernadores que firmaron el pacto. Entonces se entiende que sí son oposición porque tienen procedencia política distinta a la de la historia de los libertarios, que por cierto además es muy corta, pero que sin embargo se dicen opositores pero están gobernando por acción u omisión. Esa es la oposición que tenemos. Dicho de otra manera, son gobernadores que arreglaron con el poder de Milei para seguir esta misión lenta de socavar la base social. Esa es la oposición que hoy tenemos. Mientras tanto, lo que el pueblo vive son los salarios, la comida, la inflación, la desocupación, la desigualdad, la falta de obras públicas, la fragmentación social, la violencia que, a partir de todo esto, existe cuando se ve fragmentada, recortada de sus derechos y arrojada al individualismo y al «sálvese quien pueda». Esta sociedad inevitablemente se convierte en violenta; se hace más violenta, no en términos de inseguridad y de delincuencia, sino en cualquier esquina de la ciudad, en cualquier esquina de nuestra patria. Hasta cuando pasa un auto cerca y lo insultas, hasta en un partido de fútbol de amigos está la violencia. Los vínculos comienzan a ser más violentos. Pero bueno, el gobierno sigue avanzando en la tortura con este fabulante ministro Stumpf Henneberg para evitar el desempleo. Mientras tanto, ¿usted se acuerda quién era Pettovello? ¿Se acuerda de la comida en los galpones y de los jueces que dijeron que tenía que decir cuál es el mecanismo por el cual se debía distribuir? No lo hicieron. De esa comida en los galpones, no pasa nada. Pero siempre todo pasa por el CEPA, que siempre nos da un informe extraordinario de la economía. Lo que ha pasado en Argentina de Milei, según el CEPA, creo que tenemos unas placas para mostrarles. En los primeros cinco meses del gobierno, casi 200.000 despedidos, trabajadores formales e informales. Fueron grandes empresas, fueron empresas de más de 500 trabajadores, o sea, las empresas más grandes de la Argentina son las que están despidiendo. Es cierto, lo saben de economía, pero por todo saben de la lógica del capitalismo salvaje, de la lógica del mercado. Te dicen que ninguna empresa se priva de la economía argentina; vive en la crisis, por lo menos así lo veo yo.

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