Milei, en su peor semana

Por Roberto Chuchuy

Debe resultar difícil para un hombre del poder político y económico como Mauricio Macri quedar fuera de las noches de tertulia. Por supuesto, no se le da “el cuero” como a Alberto, a quien además espiaron y filmaron.

Sin embargo, puede fallar. Las milanesas al parecer habrían alcanzado para convencer a Macri de apoyar el veto de Javier Milei contra el aumento a los jubilados que votó el Congreso Nacional, pero no logró convencer a sus propios senadores para que votaran en el mismo sentido.

Como es costumbre, el hombre de la motosierra, con el batallón de trolls a su disposición, seguía disparando munición gruesa: «Santiago Caputo junto a mi hermana son el triángulo de hierro», cuestionó Macri, refiriéndose al entorno que dificulta los acuerdos con Milei. En respuesta directa a los movimientos de Macri, Milei declaró: “O no maneja la tropa o la tropa no entiende el daño que están haciendo”.

En realidad, Macri estuvo tan tibio que hasta la montonera Patricia tuvo fácil tuitear: “Está mal mandar a los senadores del PRO a votar a favor de un proyecto fiscalmente irresponsable y después públicamente salir a decir que estás en contra. Usan a los senadores como carne de cañón y atentan contra el plan económico del gobierno que dicen apoyar”. También desde los propios senadores del PRO se hizo sentir la bronca contra Macri.

Dentro de la crisis generalizada que atraviesa el sistema político argentino, todos los partidos están divididos, y la lucha por la predominancia dentro de la derecha aún sigue abierta. Basta ver las interminables internas dentro de La Libertad Avanza -como la disputa entre Milei y Villarruel o el escándalo permanente que es su bloque legislativo- para darse cuenta de que el proyecto aberrante que surgió de la larguísima crisis argentina no es algo consolidado, ni mucho menos.

Aun así, en el pensamiento de Mauricio posiblemente asome el fantasma de que Milei se quiera llevar puesto todo sin negociar y ser él, Milei, “la” derecha en Argentina. Las elecciones legislativas de 2025 aceleran las disputas, negociaciones y eventuales rupturas. No falta mucho para las elecciones. En el medio, ese factor aparece entrecruzado con disputas de poder (“hace ocho meses que nos están boludeando”, deja trascender Macri sobre el ninguneo a su partido por parte de Milei) y con las fricciones por la coparticipación de fondos para la CABA, capital fundacional del macrismo que hoy administra su primo Jorge Macri.

Pero puede leerse también desde otro ángulo. Javier Milei atraviesa un momento de debilidad que hace que Mauricio Macri se atreva a practicar esta suerte de vandorismo, peronismo sin Perón, y en este caso la derecha sin Macri.

La debilidad política de Milei durante la semana fue elocuente y el oficialismo entró en una agenda mucho más incómoda que la de los escándalos de Alberto Fernández. Como nunca desde que asumió, el Gobierno sufrió tres derrotas consecutivas y de alto impacto en el terreno legislativo: perdió el nombramiento de las autoridades de la Comisión Bicameral que controla los organismos de inteligencia; sufrió el rechazo al DNU que buscaba destinar 100 mil millones de pesos a gastos reservados de la SIDE; y por último, el Senado aprobó un aumento -aunque limitado- para los haberes jubilatorios.

En otro orden, es imposible disociar esta coyuntura política tanto del creciente malestar social en el marco de una profundísima recesión y pérdida del poder adquisitivo para la mayor parte de la población, como de las dudas sobre el rumbo del gobierno.

Mientras tanto, la clase media o el “medio pelo” argentino, y las clases dominantes, durante meses fingieron demencia dejando correr a un gobierno que asumió con extrema debilidad institucional (minoría en ambas cámaras del Congreso Nacional y ningún gobernador propio) para lidiar no sólo con la aplicación del “ajuste más grande de la historia” sino también con la crisis de deuda que asoma en el horizonte como un evento crítico, con el BCRA con reservas negativas.

Ya no queda duda de que a Javier Milei le falta más “volumen político” para gobernar. Eso derivó en el empoderamiento de Guillermo Francos como Jefe de Gabinete y, sobre todo, como negociador para lograr la aprobación de la Ley de Bases a base de repartir cargos y otras prebendas y recursos presupuestarios. Esa misma arquitectura fue la que estuvo ausente esta semana y dejó al desnudo que detrás de los gritos y la furia tuitera libertaria se esconden múltiples debilidades. El problema también tiene una base estructural: un gobierno de ajuste fiscal tiene poco para repartir como forma de aceitar las voluntades políticas. El tiempo no pasa en vano, y la discusión sobre el músculo político para lidiar con la gestión de la crisis puede volver a estar a la orden del día.

En la oposición hay algo más: el peronismo -de hecho y más allá de sus palabras- sigue siendo un factor que también hay que tener en cuenta en la ecuación de la «gobernabilidad». La CGT y la CTA siguen borradas a pesar de la gravísima situación social, mientras que el “ala política”, esta semana, fue parte del bloque legislativo que le propinó derrotas a Milei.

Más en general, el peronismo está sumergido en sus propias internas y crisis después del fracaso estrepitoso del Frente de Todos y de las denuncias contra Alberto Fernández por violencia de género. De fondo, no tienen nada nuevo para ofrecer.

También en las derechas semioficialistas o semiopositoras, y en sectores de centro, se elucubran “planes B” por si Milei entra en una gran crisis antes de tiempo. El protagonismo de Victoria Villarruel -segunda en la línea de sucesión- y el resurgir del término “juicio político” en el lenguaje político cotidiano, actúan como advertencia de que en las clases dominantes apoyan a Milei pero también se preparan por si todo fracasa.

Según encuestas como la de Isasi/Burdman, el espacio de la izquierda viene creciendo al calor de la crisis (el estudio lo mide como «intención de voto» y da un 7%).

En los últimos días, diputados de la izquierda salieron en el Congreso Nacional para denunciar el plan de impunidad a los genocidas que buscan implementar desde sectores del oficialismo, como los que hicieron la visita a la cárcel de Ezeiza. También para defender el derecho a huelga de las y los docentes, el presupuesto universitario o poner de manifiesto la situación de los jubilados bajo todos los gobiernos. Asimismo, para levantar -como hizo Myriam Bregman en C5N- propuestas como la de una gran campaña para decir no a los despidos ante el agravamiento de la situación social, por el reparto de las horas de trabajo y para crear un millón de puestos de trabajo en las grandes empresas, reduciendo en ellas la jornada a 6 horas sin rebaja salarial. Si ellos amasaron fortunas, que paguen la crisis.

Hasta ahora, creo que han fracasado todos, principalmente el oficialismo. Ahora, escribamos otra historia.

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