EDITORIAL | Hay que perder el miedo

El prepotente vocero presidencial, Adorni, sostenía: «No hay que tener miedo a la represión, hay que tener miedo a los que incumplen la ley. A eso hay que tenerles miedo, nada más. Y, aparte, porque se cumple con la ley y se cumple con todo lo que hay que hacer protocolariamente para mantener el orden».

No es la primera vez que insistimos en que hay que decir que el protocolo para mantener el orden es un protocolo caprichoso y brutal, armado por Patricia Bullrich, esa señora que fue montonera y a quien la vicepresidenta no menciona deliberadamente. El poder de reprimir a quienes no comparten su política es para adoctrinarlos. Sabemos bien que este es el objetivo final: que en la próxima marcha veas estas imágenes y decidas quedarte en casa. Porque si el pueblo le pierde el miedo a la represión, significa que este gobierno empieza a perder el poder.

Un gobierno que solo se fortalece a partir del recorte de derechos y la represión, un gobierno que agrede, que fuga nuestras riquezas, que no se preocupa por nada: ni por los jubilados, ni por los niños con hambre, ni por los científicos, ni por los docentes, ni por los obreros de la fábrica. No les importa nadie, absolutamente nadie. Quien aún crea que este gobierno en algún momento va a dar un volantazo para que todos seamos felices, puede ir olvidándose.

Si el pueblo pierde el miedo a salir, si el pueblo le pierde el miedo a la represión, automáticamente el miedo cambiará de bando. Esta situación ya la vivimos con el gobierno de De la Rúa, cuando hubo muchas represiones y la gente salió a defender sus derechos. El pueblo salió solo, luego las organizaciones sociales, políticas y sindicales. Fueron días trágicos, con la muerte de Kosteki y Santillán, los días 20 y 21 de diciembre de 2001. Hubo muertos y heridos, y allí el pueblo perdió el miedo y De la Rúa se fue en helicóptero.

Pero volvamos al presente. ¿Debe tener miedo el jubilado, el maestro o el obrero? Quien debe tener miedo es el representante político que traicionó los intereses de su pueblo.

Los pueblos no vuelven a sus casas en un sistema democrático porque los repriman. No. Hoy son los jubilados, mañana serán los estudiantes, luego los docentes, los médicos, los científicos, las organizaciones populares de los barrios.

¿O creen que los comedores, donde sigue sin haber alimento, van a seguir utilizando como único instrumento la denuncia judicial para conseguir comida? Tarde o temprano van a saltar la tranquera que les empujaste desde el otro lado.

Va a suceder tarde o temprano. Entonces, esto no lo van a parar con más represión.

Estos días vimos imágenes de la represión. También veremos en otras imágenes cómo actúa la policía y las fuerzas de seguridad que estaban ahí, buscando y provocando a los manifestantes.

Observemos cómo actúa la policía, la gendarmería, la prefectura: todos tienen la misma política. Y me preocupa y me da tanta indignación ver cómo estos jóvenes policías, que mañana tendrán que jubilarse, hoy reprimen a los jubilados.

Con la represión no hay solución. Con la represión no van a calmar el desastre económico que están provocando. Y aparece Bullrich diciendo que los violentos son los jubilados. Tarde o temprano, el miedo cambiará de bando, inevitablemente.

En términos políticos, aquí debe empezar a suceder algo. Creo que la dirigencia y también las organizaciones de base deben empezar a articular.

Los procesos sociales no los detienen ni las balas ni la represión. Mientras esto ocurre, la represión es fuerte, dura y vehemente con los débiles, mientras el presidente de la Nación actúa como un débil cadete frente a los poderosos.

No podemos permitirnos otra vez que el punto de quiebre sea un muerto. No puede permitírselo nadie en la sociedad, ni siquiera aquellos que acompañaron a Milei y que votaron por el motivo que sea, porque insisto: este proceso no se detiene.

No se va a detener el proceso de represión y no se va a detener la organización popular. Ya sabemos cómo termina. Si sabemos cómo termina, algo debemos hacer antes, pronto, más temprano que tarde, porque inevitablemente no conocen otra forma de gobernar.

Algunos entenderán que todavía no es el tiempo de conducir un proceso político que unifique en la acción al pueblo argentino.

Lo urgente es la unidad en la acción política de todos los espacios, porque a la represión solo se la frena con una porción del pueblo organizado que no tenga miedo, que no negocie, que no traicione los intereses por los cuales llegó al lugar donde está, y que haga que el miedo cambie de bando. Eso es lo más sano. No hay ninguna amenaza, pero es un pronóstico político.

No se puede tener miedo de ejercer los derechos. No tenés por qué tener miedo de estudiar. No tenés por qué tener miedo de llegar a la jubilación. Y si estás en los últimos años de tu vida, no debés tener miedo.

Quienes deben tener miedo son aquellos que llegaron al gobierno simplemente para quitártelo todo, como los 80 millones adjudicados a la SIDE.

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