EDITORIAL: «MERCENARIOS»

Lo mejor del radicalismo es lo que queda fuera de las complicidades de la corrupción. Primero, fueron aquellos que se aliaron con Mauricio Macri, mientras otro sector hacía oposición parlamentaria a Alberto Fernández. Otros radicales, como Leopoldo Moreau, Ricardo Alfonsín y Santoro, mantuvieron su postura partidaria sin renunciar a los principios del radicalismo.

Ahora parece haber un intento, tal vez con Martín Lousteau o Facundo Manes, pero evidentemente no toda la tropa les responde. Algunos diputados, como Luis Picat, Mario Negri, Martín Arjol, Mariano Campero y José Tournier, cambiaron su voto. Aquí lo que debe cuestionarse es cuánto más daño se permitirá que le hagan a la democracia.

Estamos frente a un hecho de corrupción que debe ser señalado e investigado porque estos radicales votaron de manera contraria a lo que hicieron previamente en el proyecto de ley. Se debe examinar cuánto han recibido a cambio.

Es ingenuo pensar que no es por dinero. ¿Cuánto hay detrás de todo esto? Lo más preocupante es hasta cuándo la sociedad seguirá tolerando esta corrupción, mientras los medios hegemónicos guardan silencio o desvían la atención.

Además, hay otros 30 diputados del PRO que también cambiaron su voto. El proyecto aprobado sobre la movilidad jubilatoria fue una iniciativa de la Unión Cívica Radical. Los kirchneristas tenían su propio proyecto, pero lo retiraron para no complicar la votación.

Haciendo un repaso de la historia reciente, se ve cómo la corrupción afecta a las instituciones. Un diputado renunció a su banca de la UCR para darle su lugar al PRO. Esta renuncia, en Entre Ríos, permitió que Rogelio Frigerio, gobernador de la provincia, le otorgara un cargo en Salto Grande a cambio.

El acuerdo involucraba a Milei, quien le dio a Frigerio la administración de Salto Grande. A través de Cuéider, de Misiones, Frigerio consiguió el voto necesario para empatar y que Villarroel pudiera desempatar. Este es un claro ejemplo de la corrupción institucionalizada que afecta a Argentina, donde se reparten cargos de manera escandalosa. Pedro Galimberti, el diputado que dejó la UCR, se asegura un sueldo de 10.000 dólares en Salto Grande.

Son una banda de mercenarios. Frigerio es Macri. ¿O quién es Frigerio? El gobernador de Entre Ríos es Macri. Después, juegan a ser oposición, a aparentar que están peleados.

El caso de De Loredo es otro ejemplo: maneja una porción del radicalismo y lo mueve según los acuerdos momentáneos. Es necesario investigar qué hay detrás de estos movimientos. Una resolución del Ministerio del Capital Humano habla de la intervención en la Universidad Nacional de Río Tercero, en Córdoba, que está bajo el control de De Loredo, diputado nacional por Córdoba. Según la resolución, Pablo Andrés Giannibelli, abogado y del círculo de confianza de De Loredo, está en condiciones de asumir como rector organizador.

Así es como se pagan los favores. Aquellos que votaron a Milei con la esperanza de acabar con la «casta» y la corrupción política ahora se enfrentan a la realidad.

La pregunta es: ¿qué se va a hacer? Con Milei en el poder y permitiéndose plantear cualquier barbaridad, ¿por qué no aprovechar que está llevando al país al fondo del pozo para comenzar a levantar la voz y exponer con nombres y apellidos a quienes están entregando a la Argentina? ¿Son sólo estos radicales? También están los sectores sindicales que decidieron no ir a la movilización.

Es hora de que muchos dirigentes dejen lo que hacen para no arruinarle la vida a la gente.

A la marcha de los jubilados fueron algunos movimientos sociales, algunas organizaciones políticas y la CGT. Pablo Moyano dijo claramente que iba a marchar. El otro director de la CGT, Andrés Rodríguez, titular de UPCN, decía en una radio colega que había libertad de acción para el paro y la movilización para quienes quisieran movilizarse, y que la CGT, por una cuestión táctica, no movilizaría. El tema de fondo es claramente el avasallamiento a los derechos de los jubilados, y la dirigencia sindical se hace la desentendida mirando para otro lado.

De cualquier manera, soy respetuoso de esas realidades. De hecho, la CGT ha repudiado el veto hacia la posibilidad de mejorar en algo los ingresos de los jubilados.

Y la libertad de acción queda en criterio de cada uno de los gremios. ¿Cuál sería la razón para explicar la no participación institucional de la CGT? Es un hecho práctico; quiero pensar que tienen una estrategia diferente. Son parcialidades que tienen acciones propias que son respetables, por supuesto, pero que tal vez no movilizan a todo el conjunto de la organización sindical.

Creo que es mejor ahora quedarse con los radicales y castigarlos, porque son un grupo de mercenarios de un partido que se entregó, de un partido que lo vendió todo. Pero el problema de la Argentina no son solo estos cinco que se entregan; es un sector de la derecha que siempre viene a recortar derechos y un sector que se dice propio, pero que mañana no moviliza por una cuestión táctica.

Andrés Rodríguez, titular de UPCN, lleva 30 años manejando el gremio y brindó con todos los gobiernos. Acordó políticas con Mauricio Macri, brindó con champagne con Macri, y ahora no se movilizan por una cuestión táctica. Y resulta que quienes hacemos estas críticas no queremos ese sindicalismo. Yo quiero profundamente el sindicalismo combativo con el cual me he formado, y tomo como ejemplo a Tosco, Ongaro, Ubaldini, Guille y otros. Quisiera que estos sindicalistas se fueran con los mercenarios radicales y siguieran haciendo negocios.

En Salta, la situación no es diferente, pero en menor cuantía.

También te puede interesar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *