POR ROBERTO CHUCHUY
El ajustado triunfo del gobierno y sus cómplices macristas en el Congreso (también con votos de sectores radicales y peronistas, y con las burocracias ayudando con su pasividad fuera) no puede ocultar la apertura de un nuevo momento político.
Milei, con su estrategia de presión, logró los votos para insistir con el veto. Para ello, se apoyó en votos radicales, peronistas y en la dirigencia sindical que no acompañó las movilizaciones de abril y octubre de los universitarios.
Este triunfo, al estilo de Pirro, y el descenso de popularidad del Mileinismo vienen acompañados de nuevos fenómenos en la lucha de clases que abren desafíos de cara al futuro.
Las primeras víctimas fueron la lucha del Hospital Bonaparte, la pelea del Garrahan, y las asambleas y tomas estudiantiles en todo el país. Durante el debate, el Mileinismo fue minoría en el Congreso Nacional, pero una vez más, obtuvo un triunfo legislativo, como había sucedido antes con la Ley de Bases o con el veto al aumento de los jubilados.
El oficialismo logró el éxito porque contaba con aliados que participaron de asados en la Quinta de Olivos para festejar el ajuste a los jubilados, o con quienes siempre tienen un voto a mano para ofrecer a cambio de un cargo, una partida presupuestaria o, simplemente, porque son fieles al poder económico. El veto al financiamiento universitario se logró con el apoyo de legisladores oficialistas, de casi todo el PRO y de sectores de la UCR (cuatro diputados) y del peronismo (como los tucumanos que responden a Osvaldo Jaldo).
El gobierno sumó 84 votos en defensa del veto, mientras que el rechazo obtuvo 164, sin alcanzar los dos tercios necesarios. Algunas ausencias también fueron determinantes, así como las abstenciones de los 4 misioneros de Innovación Federal y del neuquino Pablo Cervi de la UCR.
Afuera, se movilizaron algunos miles de estudiantes, docentes, jubilados y organizaciones, que podrían haber sido muchos más, pero la dirigencia sindical miraba hacia otro lado, preocupada por la negociación de la reforma laboral. La complicidad sindical y estudiantil dejó el resultado en manos del “poroteo” parlamentario. Los resultados están a la vista: los trabajadores y estudiantes solo deben confiar en sus propias fuerzas de lucha.
Está claro que el surgimiento de nuevos actores de lucha y el desprestigio creciente del gobierno, bajo el impacto de los planes de ajuste, la crisis social, los ataques políticos, el incumplimiento de promesas del oficialismo y la falta de respuestas de distintas burocracias, así como aquellos que llaman a «esperar» las próximas elecciones, están dando paso a sectores que se autoorganizan y muestran otro camino desde las bases, fuera de las estructuras partidarias, confiando más en las asambleas.
Algo nuevo comenzó a surgir en el movimiento estudiantil, obrero y entre los trabajadores, que no confían en los límites impuestos por diversas burocracias. Ya se han realizado tomas y asambleas en más de veinte universidades en todo el país, lo que demuestra que, aunque el gobierno ganó el veto este miércoles, está despertando a un nuevo actor de lucha como no se veía desde hace años.
Este es un anticipo de un nuevo momento político para el surgimiento de estos fenómenos, que no es casual. La caída de imagen de Milei, especialmente en la clase media (algo en lo que coinciden todas las encuestas), está impulsada no solo por la profundidad y prolongación del ajuste, sino también por varios hechos de peso simbólico. El Indec confirmó que la pobreza alcanzó al 52,9 % de la población, evidenciando la ruina social a la que conduce el plan económico. El gobierno confirmó también que ajustar a los jubilados no es algo «necesario», sino que lo disfruta, y lo celebró con un asado en la Quinta de Olivos.
El presidente sigue gobernando por decretos y vetos, en contra de la mayoría del país que defiende la educación pública y a los jubilados. Cada vez más sectores perciben que «no hay plata» para las demandas populares, pero sí para la especulación financiera y los grandes empresarios como Marcos Galperín de Mercado Libre, entre otros, o para los servicios de inteligencia.
La oferta se completa con la postura de algunos gobernadores peronistas y la crisis de todos los partidos de oposición, junto con el desprestigio de gran parte de la CGT por la reforma laboral. Pablo Moyano y sus sectores afines han convocado a una posible medida dentro de tres semanas.
Esta semana reapareció Cristina Kirchner, postulándose para presidir el Partido Justicialista, con la intención de reorganizar y unir al peronismo. Esto preocupa a los partidos de izquierda que crecen, pero no son una alternativa de poder. Cristina arrastra consigo el mal gobierno de Alberto Fernández. Esta postura es inconsistente, dado que fue el Frente de Todos, con Sergio Massa presidiendo la Cámara de Diputados en ese momento, el que votó y legitimó los acuerdos ilegales y fraudulentos de Mauricio Macri que hipotecan el futuro del país.