Si Patricia Bullrich fue militante de Montoneros y pasó de ser ministra de Seguridad en el gobierno de Macri a aliada de Milei, alguna habilidad debe tener. Durante la campaña electoral, se cansó de denunciar a Javier Milei. A pesar de su gestión con Macri, en la que compró armamento para la lucha contra el narcotráfico a la República de Israel (según los diarios de la época), no sorprende, sobre todo considerando que su esposo es despachante de aduana. Pero, con todos esos antecedentes, los votantes de Milei guardaron silencio. La decadencia es insólita.
Solamente en una sociedad que milita la desmemoria puede tener como ministra a Patricia Bullrich. Solo una sociedad que prefiere regularse por el odio o el rechazo al otro puede sostener a una ministra como Bullrich. Solo una sociedad que se regodea en su propia ignorancia política e historia puede tolerar a una mujer como Bullrich en ese cargo.
La política del gobierno se sintetiza en el nombre de esta mujer, que tarde o temprano caminará hacia el mismo rincón en el que hoy se acuesta Matov, exministro de Seguridad de Fernando de la Rúa.
Ante la falta de trabajo y las largas filas de jóvenes, hombres, mujeres y adultos que buscan desesperadamente un empleo porque no llegan a fin de mes, la respuesta del gobierno es la brutalidad de Patricia Bullrich.
A los jubilados, a quienes les notificaron que el bono de 70 mil pesos no se aumentará ni un centavo más en 2025, se lo dijeron ya en octubre de 2024. La respuesta ante la desesperación de esos jubilados es Patricia Bullrich.
La brutalidad también es la respuesta a los universitarios que participaron en marchas y movilizaciones porque están activos, porque no se quedan quietos, porque quieren educarse y saben que para lograrlo en una sociedad deben politizarse. Ante su unidad, su juventud y las velas que encienden una enorme columna que ilumina su deseo de lucha por la educación pública, la respuesta es Patricia Bullrich.
La brutalidad de una Bullrich solo es posible en una sociedad que milita la desmemoria. Bullrich fue capaz de mentir para ocultar el asesinato de Santiago Maldonado. Recordemos que, cuando Maldonado estaba desaparecido, Bullrich encubrió a Gendarmería y al gendarme de Chasu, y se puso al servicio del Grupo Clarín, responsable en gran medida del encubrimiento de su desaparición, con la complicidad del periodista Claudio Andrade. Lo mismo ocurrió con Rafael Nahuel.
Bullrich sostuvo una mentira: dijo que Santiago Maldonado siempre estuvo en el río, pero la pericia demostró que eso era falso. El cuerpo de Santiago no estuvo más de 30 días en el río Chubut, como afirmaba la versión oficial de una mujer brutal, que sabía lo que había pasado. Sabía que Santiago estaba en la ruta y en el pueblo de Cuyamen, pero prefirió encubrir los hechos.
La misma Bullrich, la «Pato», recorre el camino que antes recorrió Matov. Matov lo hizo en 48 horas; Bullrich lo ha hecho sistemáticamente, primero con la alianza con Macri y ahora con el gobierno de Milei. Y junto a ella, su mano derecha, Millman.
Esta ministra, bruta y brutal, debería estar dando explicaciones ante la justicia por muchísimos temas, pero en lugar de eso, es quien dicta las órdenes de este gobierno. Las políticas económicas de Milei se ejecutan en las calles bajo la brutalidad de Patricia Bullrich, de la misma manera que sucedió durante el desastre de la Alianza con Fernando de la Rúa, Cavallo, Lombardi y Matov.
Esta Bullrich, que no fue capaz de condenar el atentado contra Cristina Fernández de Kirchner, explicó por primera vez por qué nunca lo repudió: «Estaba por escribir algo, pero bueno», dijo. Y añadió: «La condena o no condena es una decisión que yo considero que a mí nadie me puede obligar a decir lo que pienso o no pienso decir».
Esa es Patricia Bullrich, bruta y brutal, capaz de reprimir a un abuelo de 80 años. ¿Hasta qué límite? Mejor no pensarlo.
¿Puede Patricia Bullrich reprimir por la espalda a tu hijo o hija que están tomando una universidad? Sí. ¿Hasta qué límite? No lo sé, prefiero no imaginarlo.
Patricia Bullrich fue capaz de reprimir a una niña de 9 años y luego culpar a la madre, diciendo que la niña no fue gaseada por la policía, sino que «ya vino gaseada».
Bullrich es bruta en su accionar, bruta en su pensar, bruta en su manera de ver el mundo, y brutal en todo lo que hace.
Fuente: C5N