La exhumación
El diario El Colombiano de Medellín detalló el complejo trámite burocrático necesario para exhumar el cadáver de Carlos Gardel del cementerio local.
«A las cinco y veinte minutos, los obreros comenzaron a abrir la fosa. Una profunda emoción dominaba a los espectadores, quienes en silencio siguieron las diversas labores de apertura«, informó el periódico.
«El cadáver del infortunado artista se hallaba colocado en una artística caja metálica, costeada por el gobierno departamental«.
Sin embargo, solo fue descubierta la tapa exterior de la caja, ya que los restos estaban protegidos por una segunda envoltura metálica. Antes de ser trasladados, se colocaron en una nueva caja de zinc, que a su vez fue introducida en una de madera, cumpliendo con estrictos requisitos higiénicos.
La exhumación concluyó a las 23:30, y el cuerpo fue trasladado a la estación de ferrocarril para abordar el primer tren de la mañana.
Casi dos meses de viaje
El viaje hacia Buenos Aires no solo fue largo, sino también accidentado. Aunque inicialmente se estimaba que la travesía duraría un mes, en realidad tomó casi dos, y no todo el trayecto fue en tren.
El cuerpo de Gardel partió de Medellín y pasó por Amagá y La Pintada. Según el académico Luciano Londoño López, en La Pintada fue trasladado a unas berlinas, pequeñas busetas rústicas, para llegar a Valparaíso.
Allí comenzó la parte más insólita del recorrido: debido a la falta de carreteras, el ataúd y otros bienes fueron cargados a lomo de mula y caballo para atravesar la geografía montañosa.
El homenaje en Colombia
Durante el trayecto, varias poblaciones colombianas rindieron homenaje al «Rey del Tango». En Supía, las autoridades locales organizaron una capilla ardiente donde los habitantes desfilaron para despedirlo.
Desde allí, el ataúd fue llevado a Pereira y luego a Buenaventura, donde el Ferrocarril de Antioquia no cobró el transporte como homenaje al cantor.
Los vapores y el último adiós
El 29 de diciembre de 1935, Gardel llegó al puerto de Buenaventura y fue embarcado en el vapor Santa Mónica. Hizo escalas en Panamá y Nueva York, donde fue velado por más de una semana.
El 17 de enero de 1936, el cuerpo fue embarcado nuevamente, esta vez en el vapor Panamerican, hacia Buenos Aires, haciendo escalas en Río de Janeiro y Montevideo.
Al llegar a la capital argentina el 5 de febrero de 1936, lo esperaban miles de personas, en su mayoría mujeres, que llevaban flores como tributo.
La procesión llevó los restos al Luna Park, donde se organizó una velación multitudinaria, para luego ser enterrado en el cementerio de la Chacarita, en el Panteón de los Artistas. Más tarde, en diciembre de 1936, los restos fueron trasladados al mausoleo definitivo con su estatua.
La leyenda crece
El largo trayecto de Gardel no solo marcó a las generaciones de su época, sino que dio lugar a mitos y anécdotas. En Medellín, un hombre de más de 90 años relató cómo, durante el traslado del ataúd, un traspié de una mula hizo que el féretro cayera en el patio de su casa.
La historia de Gardel y su viaje sigue inspirando a cineastas, escritores y admiradores. La película La caravana de Gardel, basada en la novela homónima de Fernando Cruz Kronfly, mezcla realidad y ficción para retratar los momentos más memorables de este histórico recorrido.
Gardel, en vida y en muerte, sigue siendo el ícono inmortal del tango y la cultura rioplatense.