Las bases y la militancia, huérfanas
Salta alguna vez fue una provincia profundamente peronista. Sin embargo, con el tiempo, su identidad política se transformó en una sociedad conservadora con reminiscencias del peronismo. Hoy, la mayoría de la población vive en condiciones de pobreza, pero se aferra a valores conservadores que no reflejan aquel movimiento que alguna vez representó sus aspiraciones.
La dirigencia que gobernó disfrazada de peronismo terminó por desvirtuarlo. Muchos de ellos —oportunistas, corruptos, déspotas, incluso mafiosos— se apropiaron del discurso, pero no del espíritu peronista. En ese proceso, entregaron la patria, la provincia y traicionaron al pueblo.
Cuando la sociedad comenzó a despertar y movilizarse, la represión se intensificó. La brutalidad, el miedo y la desesperanza se convirtieron en herramientas para evitar que el pueblo se organizara y luchara por sus derechos. Las fuerzas de seguridad, en lugar de proteger al ciudadano, respondieron a intereses de quienes priorizan el dinero sobre la patria, promoviendo el odio y la ignorancia para consolidar su poder.
En Salta, los dirigentes y funcionarios que se autodenominan peronistas han demostrado no tener nada de peronismo. La situación de los salteños es el reflejo más evidente de su fracaso. Mientras tanto, los partidos políticos se han convertido en sellos vacíos, con dirigentes que negocian prebendas, cargos y beneficios personales.
La solución: una militancia unida
La salida a esta crisis es clara: la militancia y las bases deben unirse. Es necesario establecer un nuevo contrato social que represente los intereses del pueblo y permita sancionar ejemplarmente a quienes desvíen el propósito trazado por sus representantes.
Además, Salta debe abandonar el sistema de voto electrónico, que ha sido ampliamente cuestionado por su falta de transparencia. Este mecanismo, junto a la ausencia de una oposición fuerte y genuina, ha contribuido a perpetuar un sistema político fraudulento y carente de verdadera democracia.
En esta provincia, los verdaderos peronistas son escasos. La mayoría, lamentablemente, son oportunistas disfrazados. Sin embargo, es momento de cambiar la historia. La oportunidad es ahora.
Marcelo Antonio Nieva
Especial para el Cronista de Salta