El evento en la Cañada de la Horqueta, destinado a honrar al General Martín Miguel de Güemes, se vio empañado por la falta de respeto y el incumplimiento del protocolo militar.
El pasado 7 de junio, en un acto solemne en el Monolito de la Cañada de la Horqueta, donde se conmemora la herida mortal sufrida por el General Martín Miguel de Güemes a manos de una partida española en 1821, se esperaba una ceremonia llena de honor y respeto. Sin embargo, la realidad fue muy diferente.
Según testigos presenciales, incluido el relato de la historiadora Virginia F. Pastrana, el evento no solo careció del cumplimiento del protocolo militar adecuado, sino que también se faltó al respeto a la figura del General Güemes y a los presentes, particularmente al jefe del Regimiento de Caballería 5 «Los Infernales» y su tropa. El Código de Honor Guemesiano, que llama a dejar los egos de lado y trabajar en unidad, fue flagrantemente ignorado.
El incidente más grave ocurrió cuando la comitiva oficial, liderada por un representante del actual gobernador y un exgobernador de Salta (2007-2015), comenzó el acto sin esperar la llegada de «Los Infernales». La ceremonia inició a las 14:04, mientras que los jinetes del regimiento histórico, que montaban en caballos criollos, llegaban con un retraso de 15 minutos. Sin embargo, este retraso no justifica la omisión del riguroso ceremonial militar.
La situación se tensó aún más cuando la locutora del acto, bajo órdenes del jefe de ceremonial de la provincia, anunció la entonación del Himno Nacional sin la presencia de «Los Infernales». La intervención del Coronel de la Vta Brigada de Montaña, quien ordenó a la banda militar esperar la llegada del regimiento, fue desafiada públicamente y a gritos por el jefe de ceremonial, demostrando una evidente falta de conocimiento y respeto hacia el protocolo militar.
El momento culminante de la deshonra fue cuando, en plena ejecución de la marcha oficial del 5º Regimiento, la locutora pidió a la banda militar que dejara de tocar, una acción sin precedentes y considerada como un insulto a la ceremonia y al legado de Güemes.
El Capellán Gaucho, Padre Correa, intentó mitigar la situación, tomando el micrófono para dar tiempo a la llegada del regimiento. Finalmente, «Los Infernales» llegaron, desmontaron y ocuparon sus lugares frente al monolito, pero el daño ya estaba hecho.
La comunidad guemesiana y los historiadores presentes expresaron su profunda decepción y enojo. «Ninguna autoridad levantó la voz para evitar esta ofensa. Ninguna institución presente hizo nada», señaló Pastrana. «Es una vergüenza, un homenaje sin verdadero respeto consciente al General Güemes y a sus herederos más directos».
La historiadora concluyó con una reflexión sobre la responsabilidad y el honor: «O somos guemesianos con todo el honor y la responsabilidad que implica seguir cumpliendo con su mandato, o no lo somos».
La comunidad espera ahora que los responsables hagan una mea culpa y presenten disculpas públicas al jefe del Regimiento de Caballería 5, al Comandante del Comando de la Vta Brigada y al Ejército Argentino. La historia y el legado de Martín Miguel de Güemes merecen respeto y cumplimiento de su Código de Honor.