Aquí tienen a una lacra que ahora intenta responsabilizar a los mismos trabajadores de la frontera por la muerte de Fernando Gómez, quien fue asesinado por la Gendarmería.
Los antecedentes hablan por sí solos.
Los muertos en «enfrentamientos» con las fuerzas de seguridad siempre fueron los más vulnerables: los trabajadores de la frontera.
¿Cuántos gendarmes han muerto en los últimos 30 años a manos de los mal llamados bagayeros?
Zigarán es un desbocado, corrupto y cómplice del crimen. Como todo interventor, solo busca saquear lo máximo posible y concretar acuerdos con los narcos. A cambio, entrega algunos «narcos de utilería» para inflar las estadísticas. Luego, aparece en los medios proclamando supuestos éxitos, diciendo que hay que continuar «combatiendo el narcotráfico», mientras la droga ingresa en grandes cantidades por aire (aviones) con total impunidad, siendo «enfriada» en el sur de Salta.
Si hubiera ocurrido lo que dice este sujeto (Zigarán), los compañeros y amigos de Fernando habrían reaccionado de inmediato. Jamás irían contra la Gendarmería. Sin embargo, un ignorante y malintencionado como Zigarán no entiende los valores de la amistad y el compañerismo que existen entre los trabajadores de la frontera. A pesar de la competencia que pueda haber entre ellos, saben que si caen uno o varios grupos de pasadores, tarde o temprano caerán todos. La venganza entre ellos es su peor enemigo.
Los bagayeros no son estúpidos. Zigarán no solo los subestima, sino que también intenta transformarlos en monstruos ante los ojos de la sociedad, para que se les tema, se les odie y se pida su destrucción. Con ello, justifica todo tipo de atrocidades por parte de las fuerzas de seguridad. Según su relato, «son monstruos que entre ellos mismos se matan».
Una actitud ruin y despreciable, digna de un personaje como él.
Lo último que nos transmitieron, y para que quede bien claro:
«Zigarán es otro de los enemigos de los trabajadores de la frontera, no solo de los de Orán y Aguas Blancas».