Cientos de evacuados y familias con pérdidas totales mientras el fuego sigue avanzando sin control. Las altas temperaturas y los fuertes vientos complican la situación.
El Bolsón atraviesa una de las peores crisis ambientales de su historia. Tras casi dos semanas de incendios forestales incontrolables, el fuego consumió más de 10.000 hectáreas de bosques, dejando un rastro de devastación y desolación.
«La verdad es que es un infierno todo lo que estamos viviendo», describió con angustia una vecina de Mallín Ahogado, un paraje ubicado a poco más de 10 kilómetros del centro de la localidad. Las llamas han obligado a la evacuación de cientos de familias y estudiantes, algunas de ellas con pérdidas parciales, mientras que otras lo han perdido todo.
El fuego avanza descontrolado, impulsado por los vientos cambiantes que complican los esfuerzos de los brigadistas y voluntarios, quienes, al borde del agotamiento, intentan contener la catástrofe. La falta de energía eléctrica agrava la crisis: muchas familias dependen de la ayuda comunitaria para recibir alimentos elaborados, ya que no tienen dónde cocinar. A través de las redes sociales, se promueven donaciones de dinero, aunque han surgido sospechas sobre el destino de los fondos, ya que el alias bancario difundido no pertenece a una cooperativa, sino al Ministerio de Educación.
Las causas del incendio apuntan a la negligencia humana. Según las primeras investigaciones, la principal hipótesis señala que las brasas de un asado habrían sido esparcidas por el fuerte viento en la zona de Los Repollos, en Cuesta del Ternero, a unos 15 kilómetros del casco urbano de El Bolsón. Mientras tanto, se espera un alivio parcial en las próximas 48 horas con la llegada de lluvias, aunque estas podrían venir acompañadas de fuertes vientos, lo que podría reavivar focos activos.
El desastre también expone la falta de inversión en la protección del medioambiente. Con el recorte presupuestario que sufrió la Ley de Bosques en 2021, los recursos para prevenir y combatir incendios forestales resultan insuficientes. La situación demanda una respuesta urgente del gobierno nacional para contener el avance de las llamas y mitigar el impacto de las terribles pérdidas que está sufriendo la provincia de Río Negro.
La tragedia también tiene implicaciones ambientales de gran alcance. Los bosques y sus suelos almacenan más dióxido de carbono que cualquier otro ecosistema terrestre, por lo que su conservación es fundamental para frenar el calentamiento global.



